Festival de Primavera

China se prepara para un récord de desplazamientos internos para celebrar el inicio del año del dragón

Se espera que hayan 9.000 millones de viajes, aunque el mal tiempo ha obligado a cancelar trenes y vuelos y ha ralentizado el tráfico por carretera

Preparativos para el Año Nuevo Chino en Shanghai.

Preparativos para el Año Nuevo Chino en Shanghai. / EFE

Adrián Foncillas

Marcha el conejo y llega el dragón. Los chinos celebran este viernes su primer cambio de año en razonable normalidad desde aquellos rumores sobre una extraña neumonía en Wuhan. Nadie recuerda aquí al coronavirus en vísperas de las empanadillas de la suerte y el resto de la cena pantagruélica, los fuegos artificiales para ahuyentar a los malos espíritus o la rancia gala televisiva.

El año nuevo inicia el Festival de Primavera en China, que constituye el macizo central de ese periodo de 40 días o chunyun. Es una suerte de Navidades en buena parte de Asia por los reencuentros familiares, el desprecio por la báscula y las tradiciones seculares que el desarrollismo no ha erosionado.

El país vive estos días la mayor migración anual del planeta. Es una etiqueta ya gastada tras cuatro décadas. El fenómeno nació en la apertura económica con el rol de fábrica global que exigía un trasvase de mano de obra desde las rurales provincias interiores a las boyantes urbes de la costa oriental. Cuenta China con casi 300 millones de mingong o migrantes laborales que estos días se afanan en regresar a sus hogares para reunirse, probablemente por única vez en el año, con su familia. En año nuevo se regresa, sí o sí, de una forma o de otra. Y en este ejercicio se registrará el mayor número de desplazamientos. Los 9.000 millones actuales superan los previos a la pandemia y triplican a los del año pasado. China acababa entonces de jubilar su política de cero covid y, reventados los diques, el virus se extendió sin bridas en una población virgen. La prudencia, que no las restricciones, rebajó la operación salida.

Escasa oferta de billetes

Ni siquiera una estructura de transportes tan admirable como la china puede lidiar con ese éxodo sin problemas de trabajadores y estudiantes. La informatización de la compra de billetes en 2010 acabó con las aglomeraciones en las estaciones de tren, las esperas desquiciantes y las fortunas a los reventas. Pero muchos lamentan ahora los escasos billetes para la demanda a pesar de los trayectos adicionales. Tampoco es extraño que los temporales atenten contra la operación. Ha ocurrido también este año, abundante en fenómenos climatológicos extremos. La nieve caída en el centro del país ha cancelado cientos de trenes y vuelos y ralentizado la circulación en las carreteras. Una conductora se lamentaba en la prensa local tras tres días encerrada en su automóvil y aún a cientos de kilómetros de su destino.

Liu Yang, diseñadora de interiores, hubo de pagar por su vuelo el triple de lo que costaba el billete de tren desde Pekín a Harbin para encontrarse en la fría capital de la provincia de Heilongjiang, fronteriza con Rusia, con su padre. Concreta una tradición anual que secundarán millones de chinos: "Limpiaremos la casa para purificarla y tiraremos los trastos viejos y estropeados para dejar hueco a la felicidad y otras cosas buenas que llegarán. Cocinaremos juntos los jiaozi (empanadillas al vapor) y cenaremos con la gala televisiva de fondo", dice.

Termómetro de la economía

Clausurado el capítulo pandémico, inquieta ahora su factura. La economía creció el pasado año el 5,2%, envidiable para cualquier país excepto para China, y no se ha notado el rebote ansiado. El Gobierno dejó de publicar las estadísticas de paro juvenil después de alcanzar su cumbre, no remonta la demanda doméstica y decae el apetito global. En ese clima pesaroso se entienden estas vacaciones como un termómetro de la economía.

El volumen de desplazamientos insinúa que el drama no es tan grande como lo pintan: si viajan es porque tienen dinero para gastar. O quizá esa pulsión para reunirse con los más queridos es más poderosa. "Tocamos fondo en octubre pero últimamente hemos remontado. La arquitectura vive una corrección necesaria tras años expandiéndose sin control", añade Liu, empleada en el sector que más fielmente refleja la salud económica. "Pero en eso ya pensaré la semana próxima. Mañana tienes que dejar las preocupaciones fuera de casa para preservar el clima de felicidad", concluye.