«Llevamos once meses luchando para que el virus no entre en la residencia. Encerrarnos dos semanas ya nos parece poco sacrificio». La directora de la residencia Mare de Déu de la Soletat de Ondara, Paqui Ferrando, ha decidido confinarse junto a otras cuatro trabajadoras durante dos semanas en este centro. Este confinamiento es muy diferente al que llevan a cabo quienes se contagian y sus contactos. En este caso, el objetivo es aislar totalmente la residencia del exterior, convertirla en un fortín contra la covid-19.

Las cinco trabajadoras que prestan la atención directa a los mayores se han encerrado desde ayer y hasta el próximo 30 de enero en el geriátrico para garantizar que la covid-19 no entra en estos días previos a que se inyecte la segunda dosis de la vacuna de Pfizer a los residentes y se garantice que están inmunizados. Durante toda la pandemia, no ha habido ningún contagio en esta residencia municipal.

«Los trabajadores de las cocinas y la lavandería mantendrán su rutina habitual, ya que ellos entran por la puerta de atrás y no tienen contacto con los mayores», precisó ayer Ferrando.

Mientras, el médico y la enfermera de la residencia de Ondara tampoco se encierran, dado que ya han pasado el coronavirus y han desarrollado anticuerpos.

«Llevamos once meses aguantando. Nos queda este último esfuerzo», dijo Ferrando, que apuntó que la conselleria de Sanidad les confirmó ayer mismo que recibirán el día 29 de enero la segunda dosis de la vacuna.

«Las trabajadoras que tenemos contacto directo con los residentes hemos considerado que ahora la incidencia en Ondara y en la Marina Alta es muy alta. No podemos exponernos a que el virus entre en la residencia», señaló la directora.

En Ondara, hay ahora mismo 86 vecinos contagiados y la incidencia acumulada es de 1.247 casos por cada 100.000 habitantes.

La primera dosis de la vacuna de Pfizer se inyectó en esta residencia el pasado 9 de enero. Pepita Mira, de 82 años, fue la primera residente a la que se inoculó la vacuna. Afirmó estar muy contenta porque se acercaba el momento en el que podría abrazar de nuevo.

Las vacunas las pusieron el enfermero de este geriátrico y su mujer, que también es enfermera, y la doctora Sol Ferrando, que pertenece a la junta del patronato de la residencia.

Mientras, el alcalde de Ondara y presidente del patronato de la residencia, José Ramiro, subrayó ayer que es «admirable que estas trabajadoras decidan voluntaria y desinteresadamente permanecer en el centro para cuidar a nuestro mayores y evitar que se contagien».