El Pas del Badall, la impresionante «grieta» en la sierra de Benigembla para los amantes del senderismo

Atravesar la fisura, equipada con cadenas y peldaños de vía ferrata, es una de las grandes experiencias senderistas que se pueden vivir en la Marina Alta

Un senderista supera el último y angosto tramo de la «grieta» del Pas del Badall.

Un senderista supera el último y angosto tramo de la «grieta» del Pas del Badall. / alfonspadilla

Alfons Padilla

Alfons Padilla

El Forat de Bèrnia, los 6.000 escalones del Barranc de l’Infern, la Penya Foradada de la Vall de Gallinera, Els Arcs de Castell de Castell... el senderismo en la Marina Alta depara grandes sorpresas. La comarca es quebrada. Hay pasos y sendas que son absolutamente inverosímiles. Eso de pasar en un plis plas de la ladera de umbría, la de la Marina Alta, a la de solana, la de la Marina Baixa, en la Serra de Bèrnia (el prodigio del forat), es una maravilla.

El Pas del Badall, la impresionante «grieta» en la sierra de Benigembla |

En un paisaje netamente de montaña (al fondo, la Penya Blanca), hay también bancales de viñedos y olivos. / A. P. F.

Una sensación similar es la que se tiene cuando, de repente, se llega a la fisura del Pas de Badall, en la sierra de Ses Cordelleres (el topónimo tiene acento «salat», herencia de la repoblación mallorquina) de Benigembla. Hasta que no se está encima es imposible imaginarse que en los grandes paredones de piedra de estas montañas con cierto aire pirenaico hay un paso que se mete en la entraña de la montaña y que sale casi en la cresta (Es Crestall). Atravesar el Pas del Badall es, sin duda, una de las grandes experiencias senderistas que se pueden vivir en la Marina Alta.

El Pas del Badall, la impresionante «grieta» en la sierra de Benigembla | A. P. F.

Otro de los tramos del Pas del Badall; los senderistas trepan y reptan / A. P. F.

Esta «grieta» está equipada con cadenas y peldaños de vía ferrata. No es un tramo sencillo. Hay que trepar y casi reptar. Obliga al excursionista a hacer un ejercicio de contorsionismo. La salida, el último obstáculo antes de retomar la senda, es estrechísima. Hay que pasar de lado y «engolir panxa». Y, tras salir y alejarse un poco de la angosta brecha, ya no se ve esa fisura camuflada en la montaña. El Pas del Badall es uno de los prodigios geológicos de la Marina Alta. No llega a ser una caverna. Siempre entra la luz. Pero sí se tiene la impresión de adentrarse en las tripas de esta bella y poco conocida sierra.

Antes de entrar en la fisura (el acceso habitual es por la ladera de umbría), se pasa por una de esas cuevas cerradas con un muro de piedra en seco que revelan que este abrigo se utilizó como aprisco. Es un vestigio más de la ganadería heroica y prácticamente desaparecida de la Marina Alta.

La ruta continúa por la cresta de esta montaña. Llega a la imponente Penya Blanca. Se arrima también a una de las grandes cimas de la comarca, la del Cocoll (1.048 metros), la segunda más alta de la Marina Alta tras Bèrnia (1.126 metros). Las vistas son magníficas. Se atisba prácticamente toda la Marian Alta. La senda pasa junto a varias fuentes. Pero no hay que fiarse. La contumaz sequía se nota en estas sierras. La Font de la Penya Blanca, de la que habitualmente en otoño manaría un buen chorro de agua, está casi seca.