Desconectar por unos días de una guerra

Una treintena de sanitarios ucranianos destinados en el frente viajan a Dénia como descanso emocional para recuperarse psicológicamente de la guerra | Los profesionales han explicado a los médicos del hospital cómo trabajan en el conflicto

El grupo de sanitarios ucranianos junto a profesionales españoles, este viernes, en el hospital de Dénia.

El grupo de sanitarios ucranianos junto a profesionales españoles, este viernes, en el hospital de Dénia. / A. Vicente

Los médicos son uno de los objetivos en la guerra de Ucrania. Así lo explican los sanitarios que trabajan en primera línea y que se juegan la vida por salvar la de sus compatriotas que caen heridos en plena lucha. Su trabajo y lo que ven cada día está haciendo mella tanto física como emocional y las consecuencias psicológicas son tremendas. Treinta de estos profesionales están en la Marina Alta para pasar unos días lejos de bombardeos y tiroteos, poder desconectar y tener un descanso psicológico de todo lo que han vivido. El viaje servirá para salvar la vida de aquellos que salvan vidas.

Los jóvenes han viajado a Dénia con un programa de respiro de diez días que organiza la ONG ucraniana Repower junto a la española afincada en la comarca Cultura contra las Balas. Con ellos colabora el hospital de la ciudad donde han estado este viernes para un intercambio mutuo: los primeros conocen las técnicas de los profesionales dianenses y los segundos cómo es la medicina de guerra.

Natalia Moskalenko, de la organización Cultura contra las Balas, ha explicado que este tipo de viajes de rehabilitación psicológica se había hecho con víctimas de la guerra como madres con niños, pero "es la primera vez que recibimos médicos", una figura clave en la resistencia de los ucranianos ante la guerra contra Rusia. "Son personas que salvan cientos de vidas al día en el frente" y ahora hay que apoyarles a ellos: "Es clave la recuperación psicológica, volver por un momento a la vida que tenían antes del conflicto y ver que sus compañeros de España les apoyan y no les olvidan", indica la responsable.

Maryna Sadykova, de Repower, indica que la idea de estos retiros surgió de las tres fundadoras de la ONG que estaban de voluntarias en la primera línea de la guerra llevando comida: "Se sentían agotadas... pensaron que tenían que salir unos días del país, del conflicto, porque ninguna persona está preparada para lo que están viviendo". La guerra "deja en un estado de salud mental frágil y necesitan estar bien para poder ayudar a los demás". El primer viaje fue a Suecia y ahora han llegado a Dénia. Han trabajado ya con 400 sanitarios: "En Ucrania poca gente está bien psicológicamente tras 2 años de guerra y bombardeos diarios, pérdida de amigos o familiares...".

En la Marina Alta han encontrado un rincón para respirar: "España es un país perfecto para esto, por el clima o la comida pero sobre todo por la gente que les ofrece un abrazo. Les devolvemos un rato para vivir su vida normal, en paz", indica Moskalenko.

Sanitarios ucranianos en el hospital de Dénia.

Sanitarios ucranianos en el hospital de Dénia. / INFORMACIÓN

El grupo de profesionales ucranianos tienen heridas psicológicas, pero también algunos de ellos las han tenido físicas. La responsable de la ONG local explica que "han varios de ellos que han estado heridos graves. Una de ellas ha estado nueve meses aprendiendo a andar de nuevo y perdió a su compañera sanitaria en el frente. Otras han estado cautivos". Así la mayoría viven como lo más duro "estar lejos de sus familias, de sus hijos" a los que ven cada vez que tienen un permiso, que puede ser cada nueve meses o un año.

En primera persona

Tres de los sanitarios que han estado en el frente han contado su historia y lo duro que es el día a día con bombas y disparos por todas partes. Son Tymofiy (33 años), Olexander (23 años) y Viacheslav (26 años). Los profesionales sanitarios ucranianos han explicado cómo es el impacto de la contienda en el sistema sanitario ucraniano, las dificultades y los desafíos a los que se enfrentan a diario en su trabajo en el frente de guerra, incluyendo la escasez de recursos, la falta de seguridad y el impacto psicológico.

Viacheslav es un civil que se unió al ejército porque "me lo dijo el corazón". Su caso es el de muchos, personas sin conocimientos militares que decidieron ayudar a aquellos que luchaban y salvar sus vidas cuando caen heridos. Un curso de tres días fue su única formación para ir al frente y saber cuáles son los protocolos cuando te rodea la guerra. "Todo lo demás lo aprendes en el lugar por tus compañeros", explica. La situación es extrema: "los médicos son el objetivo número 1 en el frente" junto con los puntos de hospitalización o las ambulancias: "Te disparan y también es parte de una estrategia de guerra psicológica. Los soldados en la trinchera que están heridos saben que quizá no puedan ir a salvarlos".

Las palabras del joven narrando su día a día son muy duras: "No pensamos tanto en la salud como en sobrevivir", por lo que las decisiones se toman en el momento y todo se hace muy rápido. "A veces hay personas heridas que se pueden quedar en el campo de 3 a 6 horas sin poder ser atendidos. A veces hay que dejar las emociones al lado porque sabes que hay un compañero que te necesita", explica. Pero hay que "esperar antes de salir" porque el riesgo supone que "podamos ser heridos o que nos maten". Eso corre en contra de todos: "Cuanto más pronto los lleves al hospital, más posibilidades de sobrevivir", pero a veces no es posible.

Tymofiy es médico de combate, es decir, va con un grupo de soldados. Si trabajo es con recursos sanitarios limitados, solo con un pequeño botiquín con medicación, vendas o material para poder hacer un torniquete. "Tenemos que improvisar todo el rato, por lo que la experiencia es clave", explica. La situación que viven "nunca es estable porque el enemigo siempre busca matarte". Así apunta que "no puedes relajarte o pararte a pensar ni un segundo, porque siempre estás bajo el fuego".

El protocolo que manejan dice que "lo primero es siempre salvar tu vida y luego, si es seguro, atender a los heridos. Pero nunca dejamos a los compañeros solos". En una ocasión, su compañero médico estaba herido, no se lo pensó y no le dio tiempo ni a ponerse el casco ni el chaleco, "salí a por él y salvé su vida. No siempre da tiempo a atender al protocolo". Y todo esto "el enemigo lo sabe y está esperando al equipo médico".

Olexander es médico de una isla pequeña que fue ocupada desde el primer día. Cuando terminó los estudios se unió al ejército con 20 años: "Mi madre estaba en contra pero toda mi familia es militar y quería seguir con ello". Al año de estar en el ejército comenzó la guerra "a gran escala" y, después de varios días de bombardeos, los habitantes de donde vive fueron tomados como prisioneros. Él también, pero no quiere contar lo que vivió durante los dos años que estuvo en cautiverio ruso. Tras ese tiempo, se ha dado cuenta de que los ucranianos "son muy fuertes" y que "no podemos rendirnos". El joven destaca la importancia de "apoyas a los militares psicológicamente".

Voluntarios en el frente

En el frente hay sanitarios que pertenecen al ejército pero también voluntarios. En la sala, un grupo de mujeres jóvenes voluntarias siguen de cerca lo que cuentan sus compañeros. Natalia Moskalenko explica que "algunas mujeres jóvenes que son voluntarias dejaron todo para estar allí, algunas volvieron a Ucrania porque vivían o estudiaban en el extranjero". Son "mujeres muy jóvenes pero muy fuertes que hacen un trabajo impresionante y voluntario.

Una de ellas ha contado cómo vive la guerra pero, sobre todo, cómo hay que actuar ante aquellos que viven la guerra: "Hay que hablar con los soldados o médicos cuando vuelven a casa porque muchos se rompen psicológicamente en ese momento. Hay muchos suicidios por lo que han vivido y visto en el frente". La joven indica que "es importante educar a la población civil en cómo tratar a personas que vuelven del frente" para intentar ayudar. "Si pasara algo así aquí, lo más importante es que la población esté unida", añade. Los sanitarios presentes han guardado un minuto de silencio por todos aquellos que han perdido la vida en la guerra. "Por desgracia se pierden muchas vidas en combate", añade la voluntaria.

En la jornada en el hospital de Denia ha participado el gerente del departamento de salud, José Félix Quintero, quien ha dado la bienvenida al grupo: "Vuestro valor y dedicación son admirables". Tras la charla, los profesionales ucranianos han visitado los distintos servicios del hospital para conocer de primera mano distintas técnicas y procedimientos empleados en el centro. A lo largo de los diez días del programa de respiro algunos profesionales del Hospital de Dénia organizarán actividades complementarias, como clases de paddle surf, yoga o meditación, estas últimas impartidas por la especialista en reumatología, Liliya Yankova, entre otras.

Programa de apoyo al personal sanitario

La guerra está teniendo un impacto devastador en el sistema sanitario de Ucrania, con más del 40 % de las infraestructuras sanitarias destruidas o dañadas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, el acceso a la atención médica se ha visto gravemente afectado, especialmente en las zonas más devastadas por el conflicto. La escasez de medicamentos y suministros es otro problema acuciante.

En este sentido, el programa de respiro de Repower, para apoyar al personal sanitario, ha demostrado tener un impacto positivo en la salud mental y el bienestar de los sanitarios ucranianos que han participado en él. El proyecto tiene como objetivo ofrecer a los profesionales sanitarios un entorno de descanso y desconexión del trauma y la presión constante en el que desarrollan su labor asistencial.

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