Fauna salvaje

Las jirafas, más amenazadas de lo que se pensaba a causa de la endogamia

Las dos poblaciones de la subespecie masai, separadas por el Gran Valle del Rift, no se han cruzado en más de mil años

Una jirafa masai y su cría, en en la reserva natural nacional de Masai Mara, en Kenia.

Una jirafa masai y su cría, en en la reserva natural nacional de Masai Mara, en Kenia. / unsplash

Ramón Díaz

Ramón Díaz

Las jirafas en el este de África pueden estar mucho más amenazadas de lo que se pensaba, según revelan los autores de un estudio científico que reclaman estrategias de conservación para protegerlas. Entre los investigadores existe una especial preocupación por el futuro de las jirafas masai (Giraffa camelopardalis tippelskirchi), que ocupan parte de Tanzania y el sur de Kenia.

El número de ejemplares de esta subespecie (algunos científicos la consideran una especie), declarada en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 2019, cayó a la mitad –de 70.000 a 35.000– en los últimos 30 años. Uno de los mayores problema es la endogamia, la falta de mestizaje.

Ocurre que existen dos poblaciones separadas geográficamente por los escarpados acantilados del Gran Valle del Rift, una al oeste y otra al este.

Esos acantilados son barreras enormes, que dificultan la dispersión este-oeste y el flujo de genes. Presentan pendientes máximas que promedian el 50% en una extensión de más de 400 kilómetros y solo existen unos pocos pasos, con pendientes entre el 31% y el 40%. Además, estos escasos corredores naturales están ocupados por asentamientos humanos, explican los investigadores.

Las dos poblaciones de jirafas masai, también conocidas como del Kilimanjaro, son, por lo tanto, Unidades Evolutivamente Significativas (ESUs) y, en consecuencia, deben ser consideradas distintas para fines de conservación, según los científicos.

Ejemplar de jirafa masai.

Ejemplar de jirafa masai. / unsplash

"Proponemos que los esfuerzos de conservación se centren en mantener y desarrollar corredores entre las poblaciones dentro de la población de jirafas masai del este y dentro de la población de jirafas masai del oeste, como esfuerzos separados pero coordinados", apunta Douglas Cavener, profesor de Biología de la Universidad Estatal de Pensilvania y uno de los autores del estudio.

Miles de años de aislamiento

Los investigadores resaltan que las poblaciones divididas de jirafas no han intercambiado material genético entre sí ni se han cruzado en más de mil años y, en algunos casos, probablemente, en cientos de miles de años. Creen que esta circunstancia desempeña un "papel importante" en la disminución de las poblaciones, también amenazadas por la caza ilegal y la pérdida de hábitat.

"Hemos mostrado pruebas convincentes de que las jirafas masai del este y del oeste están reproductivamente aisladas y lo han estado durante miles de años", recoge el estudio, que acaba de ser publicado en la revista ‘Ecology and Evolution’.

Por este motivo, los científicos consideran que las jirafas masai del este y del oeste, a la hora de abordar su conservación, deberían ser tratadas como pertenecientes a dos poblaciones distintas.

Para evaluar el impacto del aislamiento en el flujo de genes de la jirafa masai, los investigadores examinaron secuencias genómicas completas de ADN nuclear y ADN mitocondrial (ADNmt) de animales ubicados al este (en el ecosistema de Tarangire) y al oeste (en el ecosistema del Serengeti) de los escarpes en el norte de Tanzanía.

Los científicos recolectaron muestras fecales de 320 jirafas masai y usaron dardos de biopsia remota para obtener muestras de tejido de 100 jirafas, todas ellas residentes en áreas protegidas.

Un grupo de jirafas y cebras en la sabana.

Un grupo de jirafas y cebras en la sabana. / unsplash

"La evidencia de la variación del ADNmt, que mide el flujo de genes mediado por hembras, sugiere que estas no han migrado a través del Gran Valle del Rift entre poblaciones en los ecosistemas de Serengeti y Tarangire en los últimos 289.000 años", concluyen los investigadores.

"El análisis de la variación del ADN nuclear sugiere que el flujo de genes mediado por el ser humano a través del Gran Valle del Rift ha ocurrido más recientemente, pero se detuvo hace unos años", añaden.

Centinelas de depredadores

El número de jirafas masai probablemente estaría entre 500.000 y dos millones hace un siglo. "Seguramente tuvieron un gran impacto en la ecología y las preferencias alimentarias de otras comunidades animales", indica Cavener.

"En algunas áreas, su densidad sigue siendo lo suficientemente alta como para eliminar gran parte del follaje del sotobosque, lo que afecta a otras especies como el kudu (Tragelaphus strepsiceros) o el impala (Aepyceros melampus)", dice Cavener, en declaraciones a SciDev.Net.

"También sirven como importantes centinelas de depredadores para otros animales, como las cebras (Equus sp.)y los ñus (Connochaetes sp.) que tienden a congregarse alrededor de las jirafas", detalla el investigador, que considera que el estudio puede servir de base para promover la conservación de esta subespecie.

El dato positivo es que desde que la UICN declaró a la jirafa masai en peligro de extinción las poblaciones han aumentado, según un censo realizado por el Servicio de Vida Silvestre de Kenia, publicado el pasado 1 de junio.

Este informe recomienda que se controlen las actividades humanas que tienen un impacto negativo en la vida silvestre, como la construcción de cercas y los asentamientos permanentes en los corredores de animales salvajes.

Las zonas en las que se encuentran los ejemplares de jirafa masai cuentan con una espectacular vida silvestre, lo que genera enormes ingresos turísticos, una parte de los cuales se destina al apoyo de las comunidades pastoriles afectadas por la pobreza y la creciente inseguridad alimentaria.

Estudio de referencia: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/ece3.10160

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