SUMAR

Yolanda Díaz, de abogada laboralista al divorcio político con Iglesias para ser la candidata de Sumar

La gallega anuncia este domingo su salto electoral, el último paso de su emancipación de Podemos, que comenzó hace año y medio

Yolanda Díaz, la semana pasada presentando el proyecto Sumar en Las Palmas de Gran Canaria.

Yolanda Díaz, la semana pasada presentando el proyecto Sumar en Las Palmas de Gran Canaria.

Ana Cabanillas

Yolanda Díaz confirma hoy su carrera electoral hacia la Moncloa y anuncia en Madrid lo que desde hace meses era un secreto a voces. Dos años se cumplen desde aquel vídeo de Pablo Iglesias donde le designó su sucesora que la propia interesada recibió con sorpresa. Desde su mismo nombramiento Díaz comenzó su emancipación política de Podemos, con quien ha vivido fuertes tensiones y que hoy le da plantón a la presentación de su candidatura. Sumar es su proyecto más ambicioso, que llega después de casi dos décadas en que ha compaginado su compromiso político con su actividad como abogada laboralista. 

En 1998 la gallega se colegió como abogada y montó su propio despacho en Ferrol, donde se especializó en la defensa de trabajadores ante casos de ERES fraudulentos, despidos improcedentes o asesoramiento a mujeres maltratadas. También llegó a realizar algún trabajo como abogada externa para CCOO, un sindicato muy familiar para Díaz, estrechamente vinculada a través de su padre, Suso Díaz, exsecretario general de la organización en Galicia. 

Durante su etapa como ministra de Trabajo consiguió saldar algunas cuentas de su etapa como abogada. Uno de los casos que más le marcaron, cuentan en su entorno, es el de un grupo de trabajadoras de la industria naval gallega que reclamaban las mismas condiciones que sus compañeros varones, paradójicamente defendidos por Comisiones Obreras. Perdió el caso. La ley no le acompañaba. Por entonces la legislación no abordaba este tipo de situaciones, y años después desde el Ministerio aprobó un reglamento de igualdad retributiva que establece que “a igual trabajo, igual salario”, una suerte de desagravio con aquellas mujeres que no vieron cumplidas sus aspiraciones en materia de Igualdad.

Desde su llegada al Gobierno, Díaz se ha autoproclamado como la gran hacedora de acuerdos con todos los actores sociales. La reforma laboral ha sido el principal éxito de la gallega, que consiguió aunar las voluntades de sindicatos y empresarios. La norma al final salió adelante gracias al error del diputado popular Alberto Casero. El rechazo por sorpresa de UPN; unido al ‘no’ de ERC y EH Bildu, a punto estuvo de hacer descarrilar su carrera política pocos meses después de haber asumido las riendas de la izquierda. Una traición de los partidos nacionalistas que no olvida Díaz, que mantiene cierta desconfianza hacia estas fuerzas frente a la estrategia de Podemos de convertirlos en aliados privilegiados de la izquierda. 

Ambición política

La dirigente lleva más de dos décadas en política. En 2005 y 2009 fue candidata de Esquerra Unida a la Xunta y en 2012 hizo campaña por el candidato Xosé Manuel Beiras. Tres años después, tras cruzarse con Iglesias, entró en el Congreso de los Diputados, en una carrera que terminó por llevarle al Consejo de Ministros.

En 2005, cuando aspiró por primera vez a la Presidencia gallega, Díaz ya dio muestra de su ambición política. Fue en la presentación de su candidatura, en la pequeña localidad de La Barcala (La Coruña), donde pronunció su máxima de “queremos cambiar el mundo, no sólo Galicia”, sorprendió la dirigente, que también adelantó su intención de ser “la voz de los que no tiene voz”, es decir, de “los trabajadores, las mujeres, los jóvenes”. Unos colectivos que a día de hoy, 18 años después y ya como vicepresidenta del Gobierno, persisten como ejes en su discurso.

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Pablo Iglesias y Gómez-Reino junto a Yolanda Díaz, en A Coruña en febrero de 2020. / CARLOS PARDELLAS

Pese a sus aspiraciones nacionales, Díaz siempre ha querido trasladar la idea de que su carrera política ha sido a su pesar, y que sólo ha dado pasos empujada por la insistencia de otros actores. Uno de los actores que más la empujaron fue precisamente Pablo Iglesias, a quien conoció allá por 2012. Con el clima social aún agitado por las movilizaciones del 15M, Iglesias, afianzado en el aparato de IU, aterrizó en Galicia como asesor de comunicación de Yolanda Díaz. En este viaje se fraguó Alternativa Galega de Esquerda (AGE), una coalición de izquierdas con Anova, escisión crítica del BNG, y Equo, que estuvo liderada por Beiras y se consolidó como la oposición más férrea a un recién llegado presidente Alberto Núñez Feijóo

Aquella coalición fue la fórmula piloto para la fundación posterior de Podemos. "La primera traducción electoral del 15M no fue Podemos, fue AGE Xosé Manuel Beiras"; ”sin la experiencia de AGE, probablemente no existiría Podemos”, aseguró años después Iglesias. Ese nuevo sujeto político, en el que Esquerda Unida renunció a sus siglas para unirse a la plataforma galega, estuvo impulsado por Díaz y por un Iglesias en la sombra. Once años después, se presenta como una fórmula similar a la que aspira a construir la vicepresidenta de Gobierno para su candidatura nacional, con un papel secundario de los partidos y renunciando a las siglas; un proyecto para el que Iglesias lleva meses reclamando el papel protagonista de Podemos. Un escenario que ha abocado a la ruptura en una relación donde hasta 2021 había prevalecido la amistad.

De la amistad con Iglesias

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, la difícil reconciliación pendiente de un amor herido

Agencia ATLAS / Foto: José Luis Roca

Durante casi una década, a Díaz e Iglesias les unió por encima de todo la amistad. La gallega fue apuesta personal del ex lider de Podemos para las listas al Congreso, y tuvieron cinco años de convivencia parlamentaria, donde la dirigente siempre se mostró fiel al líder. La gran sintonía llevó a Iglesias a concederle la formación de la confluencia de Las Mareas gallegas dentro del grupo parlamentario; un estatus independiente a la marca morada que otros territorios también reclamaron, como Andalucía liderada entonces por Teresa Rodríguez. 

La excelente relación personal llevó a que el dirigente llegara a acogerla bajo su techo cuando ésta iniciaba sus incursiones políticas en Madrid, antes de su salto al Congreso de los Diputados tras las generales de 2015. En la etapa en que Podemos vivió una guerra intestina, en Vistalegre 2, y una ruptura, la ahora ministra de Trabajo siempre se mantuvo junto al líder del partido, pese a las diferencias tanto en las políticas como en las formas. Eran, por encima de todo, amigos

Pero la posibilidad de un Gobierno de coalición tras las generales de 2019 abrió un nuevo escenario. En Podemos reprochan a Yolanda Díaz que no defendiera la tesis de Iglesias de mantener el órdago de la repetición electoral para forzar su entrada en el Gobierno. Después de la repetición electoral, Podemos entró en el Gobierno y de manera recurrente recuerdan hoy a día que debe su posición a las presiones del partido y al ‘ruido’ que ahora dice combatir. 

Tres 'noes' a Iglesias

En más de una ocasión, Díaz ha hecho gala de su escasa ambición política, asegurando que La primera vez que Díaz dijo ‘no’ a Iglesias fue tras las elecciones de abril de 2019, tal como relatan los periodistas Enrique Monrosi y María Llapart en La coalición frente a la pandemia (Península, 2020). El 19 de julio de 2019, después de que Pablo Iglesias amenazara con dar un paso atrás para facilitar un Gobierno de coalición, Díaz fue la primera en reaccionar. “Estoy desconsolada, Pablo”, le mensajeó. La respuesta del dirigente fue abrirle la puerta del Gobierno: “Igual te toca ser ministra, así que a trabajar”. “No pienso ser nada si tú no estás en esto”, respondió ella, según relata el libro.

La segunda ocasión en que Yolanda Díaz rechazó ocupar un ministerio fue tras la repetición electoral de noviembre de 2019. La gallega había trasladado al líder de Podemos su resistencia a ocupar puestos de Gobierno, pero finalmente Iglesias volvió a poner su nombre sobre la mesa en las negociaciones de Gobierno. Díaz terminó aceptando "por responsabilidad", advierten desde su entorno, y acabó siendo ministra de Trabajo. En un primer momento intentó compaginar con su vida en Galicia, pero decidió finalmente traer a su familia a Madrid. Una semana después del desembarco de su hija, se decretó el confinamiento por la pandemia de coronavirus. 

La tercera negativa fue quizá la más llamativa y la que ha traído más cola. Llegó junto al adiós de Iglesias a La Moncloa para enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso en arena madrileña. Según fuentes conocedoras, Iglesias había preguntado previamente a la dirigente si quería ser la candidata del espacio en las próximas elecciones, a lo que la dirigente había vuelto a negarse. Aun así, el exlíder de Podemos lanzó un vídeo designando a su sucesora, a quien pilló por sorpresa, tal y como ella misma reconoció.

Camino propio

Fue tras la designación unilateral cuando la relación comenzó a enturbiarse. Hace unos días la propia Díaz recriminaba a Iglesias el ‘dedazo”. “Me ha pesado la designación a dedo”. "Me pesó, la acepté y creo que estoy cumpliendo con el mandato que tengo, que es ser vicepresidenta de España", admitió la semana pasada en una entrevista en RNE. 

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias.

Yolanda Díaz y Pablo Iglesias.

Díaz ha emprendido su propio camino político, advirtiendo de la necesidad de dejar atrás los partidos y alejándose cada vez más de Podemos. Un despegue político que comenzó en octubre de 2021 en el acto de Valencia. A día de hoy la ruptura está consumada entre Díaz y Pablo Iglesias, que desde aquel acto ha tratado de marcar el paso a la candidata en distintas tertulias y espacios, para enfado de la gallega. Después de muchos meses de tensiones, Iglesias declaró abiertamente la guerra a la dirigente el pasado noviembre.

El ex líder de Podemos confiaba en que Díaz, como había hecho hasta que le nombró, seguiría ordenadamente sus pasos cuando le nombrara candidata. Pero, una vez nombrada, trató de sacudirse las tutelas para desplegar un proyecto político sin lastres como el que presenta hoy en Sumar. Una estrategia que ya salió a relucir en su toma de posesión como vicepresidenta, cuando Iglesias le traspasó la cartera. En su discurso inicial, la dirigente citó a Rosalía de Castro en lo que resultó ser toda una declaración de intenciones: "Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas; como los árboles en el desierto y el pirata en la mar".