De todos es conocido el interés de la Iglesia Católica por el matrimonio entre bautizados y por la familia. Basta recordar que el matrimonio cristiano es un sacramento, y, por tanto, el deber de la Iglesia por cuidarlo es máximo. Por eso, tiene organizada la formación de los novios y de los casados en todas sus etapas: Tiene cursillos prematrimoniales de preparación para el matrimonio, grupos de espiritualidad matrimonial para los casados y Centros de orientación familiar para resolver las crisis matrimoniales, conservando y perfeccionando el matrimonio y la familia, porque la Iglesia sabe que fidelidad y felicidad van muy unidas.

En los centros de orientación familiar la Iglesia pone al alcance de las parejas en crisis una excelente ayuda profesional, humana y religiosa, para salir fortalecidos de la crisis y rehacer la ilusión matrimonial. A veces, cuando llegan las dificultades, se recurre a los dichos populares y a las malas recomendaciones, como aquella que dice: "Si no eres feliz, rompe tu matrimonio". Es todo lo contrario. Otras veces se piensa que, con hacer un regalo a la parte ofendida se resolverá el problema. Quien así piensa está muy equivocado, porque el regalo tiene un carácter simbólico que no siempre se acierta con él.

El regalo supone que, quien lo hace, ha pensado bien en la persona a quien lo hace, y ha tratado de conocer y acertar sus gustos. Suele decirse que el regalo tiene que ilusionar, porque, si no ilusiona, no es propiamente un regalo. Cuando una pareja está en crisis, creer que un regalo puede resolver la crisis es sumamente arriesgado. La solución va por otros caminos. Los centros de orientación familiar orientan acertadamente sobre el camino a seguir y cómo ganar de nuevo el amor matrimonial, que es la verdadera solución de todos los problemas y de todas las crisis matrimoniales y familiares.