Una vez más la fiesta de la Asunción de María, la Madre de Dios, nos convoca para meditar sobre el fundamento de nuestra fe, sobre la meta de nuestras esperanzas y sobre el ejercicio del amor que nos ha sido entregado como don y tarea para la vida.

La celebración del "Misteri", que centra las fiestas de la Asunción en la basílica de Santa María de Elche, nos ofrece siempre un tesoro de evocaciones bíblicas y de sugerencias espirituales. La melodía y el texto nos elevan a un nivel que trasciende nuestras preocupaciones diarias para llevarnos a la consideración de lo fundamental.

En numerosas ocasiones hemos puesto de relieve la riqueza que encierran muchas de las expresiones del texto del Misteri. Hoy bastaría detenerse en el saludo que dirige a María, el apóstol Pedro al invocar a María con el hermoso título de "Madre del Redentor" ("Verge humil, flor d'honor, Mare del nostre Redemptor"). Como se sabe, así la llamó repetidas veces el Beato Juan Pablo II. Con el título de Madre del Redentor nuestra devoción a María se desprende de las adherencias de la religiosidad popular para llevarnos a los fundamentos de la fe cristiana. La referencia a Jesucristo, libera la veneración a María de toda sombra de sospecha.

María nos lleva siempre a Jesucristo y a la obra de la Redención, por la cual redescubrimos nuestra auténtica estatura humana. En el mensaje y en la vida de Jesús nuestra existencia encuentra el modelo definitivo. En su entrega por nosotros se nos revela la grandeza de ser hombres, creados a imagen del que es imagen de Dios.

En estas vísperas de la Jornada Mundial de la Juventud resuena por todo el mundo católico el lema que el Papa Benedicto XVI ha escogido para centrar la meditación de jóvenes y adultos, de acá y de allá: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe".

Las raíces y el arraigo recuerdan el mundo agrícola, la edificación evoca la estabilidad de una construcción bien cimentada sobre la roca que es Cristo y la firmeza en la fe interpela a una cultura que ha hecho de la duda y el relativismo su estilo y su atmósfera vital.

El lema de la Jornada, tomado de la carta a los Colosenses (Col 2,7) adquiere una especial relevancia en un momento en el que Europa y el mundo tratan de olvidar sus raíces y de vivir al margen del mensaje y el ejemplo de Jesús de Nazaret.

La celebración del Misterio de Elche nos lleva a examinar la hondura o superficialidad de nuestra fe. Y nos impulsa a pedir para nuestros jóvenes la fidelidad a la fe en Jesucristo que reflejan las mejores tradiciones de nuestro pueblo.