Lo Mejor de la Gastronomía es simplemente lo mejor de Rafael García Santos. En estos tiempos de mediocres y parlanchines críticos, un personaje se hace sitio en este Alicante fenicio. Recibidor de gentes y pelajes varios, Alicante sabe descifrar los que vienen a trabajar, a "hacer país" como dice este norteño. Se podrán leer algunos comentarios de los autodenominados críticos gastronómicos. Basurilla. Cuestionar este proyecto, y a este genio, es cuestionar el éxito. Es la bazofia que siempre se escucha cuando alguien está mamando o quiere mamar del tomate. Pasa también con algunas críticas de arte. Si las nombras comisarias, si les das juego, si las amamantas con subvenciones, entonces, te alaban. Si no, leña al mono. Esa es su independencia. La "pastuqui". Que aquí nos conocemos casi todos. Por eso, y a pesar de la crisis acojonante que tenemos en el cogote, Rafa ha sabido diseñar un proyecto ganador. Ganador para todos, escribientes malos.

Es todo un personaje, y una persona. Amigo de sus amigos, tiene la valentía de la libertad. La independencia que le da no doblegarse ante nadie, ni ante nada. Sabe que el futuro sólo es de los que se arremangan 12 horas de curro al día. No de los que se sientan a una mesa a mantel puesto. Se ha forjado un papel de "enfant terrible" pero no es impostura. Es la simple constatación de que hay que llamar a las cosas por su nombre. Con palabros malsonantes, y sin miramientos, ha labrado una fama de cabroncete, pero de honesto. No está alineado al buenismo de las formas suaves cuando lo que come es basurilla terrenal. Lo dice. No suele equivocarse. También tiene esa capacidad intelectual para interpretar sabores, texturas, olores y producto. Porque en eso está. En adelantarse a la revolución de mesa y mantel que viene.

Supo aventurar lo que se avecinaba. Era simple olfato empresarial. Porque ante todo, este genio terrenal que nada celestial, es un empresario de cabo a rabo. Intuitivo, hiper currante, honesto, vanguardista en lo novedoso pero tradicional en preservar lo históricamente reseñable, valiente, independiente, y, como todo empresario, asumiendo riesgos personales y financieros.

Ahora volvemos a reunirnos en ese Congreso de Lo Mejor de la Gastronomía que reúne en el pabellón de IFA a más visitantes que todas las ferias juntas de este año. Aupado y apoyado por los poderes públicos, cuestionar ese apoyo sólo puede venir de la envidia, deporte nacional; de la insidia, propia de los críticos provincianos; de la venganza política, propia de los medio políticos; o de la mala fe, propia de los que no creen en nada, ni siquiera en el trabajo. Apoyar una feria, que con la que está diluviando, ha sido capaz de potenciar Alicante como referencia gastronómica es una decisión estratégica. Políticamente necesaria. Si vamos a cuestionar las actividades que tienen éxito, que además benefician directamente, y enormemente a las empresas alicantinas, entonces mejor volver a los mediocres chupatintas.

Sé, que ser un genio políticamente incorrecto, trae envidias y dislates. Pero a mí me fascina un tipo que se levanta a las 7 de la mañana para currar, después de haber comido, el día anterior, en tres sitios, y cenado en dos. No se improvisa una idea, ni un negocio, a base de cuatro chalaos escribientes. Esto es sólo para elegidos. Todos podemos ser elegidos, pero para eso hay que dedicar las innumerables horas de currelo en lo que creemos. Este hombre de poca fe, Rafael García Santos, es un tipo enteramente enamorado de lo que hace. Eso es lo que se le critica. Que su independencia ahoga a muchos colegas que acaban siendo "amigos de todos". Porque decir la verdad es duro y la gente prefiere el colegueo barato de todos "compis".

Es una suerte tener de convecino a este pedazo de empresario. Con su lengua, látigo de herejes y de mediocres. Con su verbo soez y callejero. Pero con la integridad de saber que su opinión no se compra, ni se vende. Es un éxito colectivo, imprescindible defender desde lo público, para una provincia que quiere empujarse a salir de esta penumbra. Si no reconocemos a los genios, currantes y con proyecto, caeremos en la autocomplacencia de que aquí hay gente que podría hacer eso. ¡Coño! ¿Y por qué no lo habéis hecho vosotros? Gracias, Rafa.