Hace unos cuantos años, para mí fue ayer, ocurrió una de esas cosas que te pone los pelos de punta cuando lo cuentas. Y a quienes se lo cuentas todavía más. Un suceso, para mí mágico dentro de lo trágico, en el que participó INFORMACIÓN.

Muchos pudieron leer aquel artículo publicado, pero nadie sabe lo que ocurrió aquella noche. Llevo escribiendo en INFORMACIÓN desde el año 94, fecha en la que publiqué mi primer artículo en esta casa. Nunca dejé a nadie, y menos a mi padre, que leyera uno de mis artículos antes de que se publicaran, a él y a mí nos gustaba leerlos juntos palpando, oliendo y sintiendo ese papel tan especial que uno estrena en cada edición.

Aquella noche, un 28 de enero, me salté la norma, le dije a mi padre que le había dedicado un artículo, que lo había enviado a INFORMACIÓN, que no sabía cuándo se publicaría, pero que me gustaría leérselo ya. Me miró extrañado y atemorizado. Llamé a mi hermana y a mi madre, una vez allí todos comencé a leerlo. Mi padre se emocionó al escuchar la exclamación final -de mayor quiero ser como tú-. No fue más que un te quiero disfrazado, algo que los hijos sentimos pero nunca decimos. ¡Y se debe decir más! A veces es tarde. Él se emocionó.

Al día siguiente mi madre me llamó, acababan de ingresar a mi padre en el hospital, horas más tarde, aquel 29 de enero, falleció. Estaba enfermo pero yo lo veía bien. Sinceramente no lo esperaba. Me fui a la cafetería del hospital, un desconocido se acercó y me dijo: "Tu padre estará orgulloso, qué palabras tan bonitas le has dedicado". Yo no sabía de qué me hablaba. Tomando el café, abrí el periódico, y el artículo se había publicado. En INFORMACIÓN no sabían de la enfermedad de mi padre y, por supuesto (auque a veces nos sorprenden con sus noticias), no son adivinos para saber el día de su muerte. Pero mágicamente se publicó el día de su óbito. El único artículo que le dediqué a él. El único que leyó antes de. Si aquella noche no me salto la norma y no leemos, él nunca hubiera sabido de este artículo. Nunca habría escuchado de mí ese te quiero. El día después hubiera sido tarde. ¿Casualidad? No lo creo. Creo en la causalidad. Les dejo la última parte de aquel artículo titulado "El Rol del Padre". Y les pido que se lancen, se lo digan y no sea tarde:

"Otra de la obligaciones de ser padre es convertirse en referencia de los menores, una búsqueda por parte del hijo de que la imagen de su padre se proyecte en él, ser espejo de ellos, y esto se consigue predicando con el ejemplo. Ejemplo que no debe radicar en la ambición, vanidad o competitividad material. El orgullo del hijo hacia el padre debe partir de la humildad, el esfuerzo y la justicia. Y todo bajo el prisma de la unidad familiar.

Como todo en la vida, uno debe tener derechos y obligaciones, es por eso por lo que, si bien el cargo de padre conlleva un enorme peso de responsabilidades, también sustenta un enorme abanico de recompensas y derechos. El principal derecho es el reconocimiento al esfuerzo y sacrificio que ha realizado por los hijos, y ello debe partir de los menores en forma de amor, trabajo y respeto. La mayor recompensa que puede tener un padre radica en saber si se ha superado y con nota el examen, la verdadera recompensa no es ver a tu hijo triunfar en la vida como profesional, sino como humano. La verdadera recompensa es el reconocimiento de orgullo de los menores a los padres. Y esa es la máxima obligación de los hijos, el reconocimiento a sus padres. Y gritar como yo: ¡Papá, de mayor quiero ser como tú!".