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Un problema alcoyano

Tras cuatro años de vergonzante inactividad, llega la primera reunión oficial para reabrir el Centre d'Art (CADA). La conclusión inicial de este encuentro resulta demoledora: el marrón que nos dejó a todos los alcoyanos la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo es de tales proporciones, que harán falta los esfuerzos conjuntos de cuatro instituciones diferentes para digerirlo. La envergadura de esta infraestructura cultural es tan grande, que para volver a ponerla en marcha será necesario montar un cuatripartito cultural en el que participarán el Ayuntamiento de Alcoy, la Fundación CAM, la Conselleria de Cultura y la Diputación Provincial de Alicante.

En estos puñeteros días de crisis y de recortes, no hay ninguna administración que pueda enfrentarse en solitario con la gigantesca labor de gestionar este gran complejo cultural. Esta evidencia obliga a tejer un minucioso entramado de colaboraciones y de alianzas para resucitar una instalación inusualmente ambiciosa, que fue pensada en aquellos lejanos tiempos en los que la CAM todavía era una entidad omnipotente dotada de una capacidad inagotable para financiar proyectos. Las negociaciones para recabar apoyos para el CADA no van a ser sencillas y chocarán con todo tipo de problemas económicos y con toda clase de reticencias políticas. A la vista de estas complicaciones, la voluntad de reabrir el centro a lo largo del año 2016 parece en principio una formulación de buenas intenciones cargada con un exceso de optimismo.Al gobierno municipal le toca la titánica tarea de liderar este proceso. Aunque las causas originales del desastre sean totalmente ajenas a esta ciudad, en estos momentos el CADA es un problema estrictamente alcoyano y no hay que albergar ninguna esperanza de que venga alguien de fuera a sacarnos las castañas del fuego. Del éxito o del fracaso de las gestiones del Ayuntamiento dependerá que Alcoy siga soportando el bochorno de este emblemático inmueble cerrado o que pueda disponer de un equipamiento cultural de primera categoría, que nos colocaría de una sola tacada en los circuitos nacionales de exposiciones. Toni Francés está obligado a desplegar todas sus habilidades políticas para implicar en el proyecto a todas las administraciones externas que tengan algo que ver con la cultura. El alcalde se enfrenta a un reto que puede traerle importantes disgustos, pero que también puede disparar su prestigio como gobernante. Estamos ante un asunto de primera división; ante uno de esos temas que sirven para medir la verdadera talla de un determinado político.

En medio de este complejo panorama, una nota positiva: la presencia de Miguel Valor como representante de la Fundación CAM, actual propietaria del edificio del antiguo Monte de Piedad. El veterano político alcoyano es el personaje perfecto para esta situación. Estamos ante un hombre con una amplísima experiencia en el campo de la gestión cultural, ante un auténtico militante de la negociación y del consenso, que dispone de una amplísima agenda de contactos y que en este tramo de su vida se puede permitir el lujo de actuar desde la más absoluta independencia política. No es un mal valedor para un asunto en el que todas las ayudas serán necesarias. El Ayuntamiento de Alcoy haría bien en explotar al máximo las posibilidades que ofrece la inesperada aparición de este ilustre paisano. En esta carrera de obstáculos, la corporación municipal contará con otro importante aliado: el apoyo de la opinión pública alcoyana, que todavía no se ha recuperado del trauma del cierre del CADA y que ha convertido la reapertura del edificio en una cuestión de orgullo nacional. Sobre este sentimiento unánime será muy sencillo construir un gran acuerdo ciudadano, que permitirá a nuestras autoridades reivindicar con fuerza la devolución de una ilusión perdida, que apenas si nos duró unos meses.

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