Me cuenta una amiga que pasará sola estos días de fiesta y que se siente abrumada por un sentimiento de triste soledad acentuado porque la Navidad, me dice, y tiene razón, es tiempo de recordar, de compartir y de plantear cambios e ilusiones con amigos y familia. Y recordamos que cuatro millones de españoles declaran sentirse solos, según el informe La soledad en España de la Fundación Axa y Once, en el que se proponen consejos para el alivio de esa ingrata y agobiante sensación como continuar aprendiendo cosas nuevas a lo largo de la vida o profundizar en uno mismo para detectar los motivos de ese sentimiento.

Me dice mi amiga que los colores, las luces, las suaves y edulcoradas películas navideñas, y los dispendios y gastos de Navidad acentúan su nostálgica tristeza y agobiante soledad, y me pregunta qué puede hacer y cómo luchar contra ella. Y hablamos de un examen interior que nos diga las causas del aislamiento, de nuevos proyectos, de la actitud mental positiva y de Joaquín Sabina cuando canta a esa amante inoportuna que se llama soledad, y le digo que suele identificarse ese sentimiento como algo perjudicial o negativo cuando puede ser también una vía para conocernos mejor y para fortalecernos y crecer como personas así como para desarrollar nuestra creatividad y para hacernos mejores personas si la encauzamos a través de la solidaridad y la búsqueda del bien de los otros, con la idea o convencimiento de que es una oportunidad para profundizar en nuestro mundo interior, leyendo, escribiendo, escuchando música, con posibilidades culturales o deportivas, pintando o ejercitando actividades que nos gratifiquen, y aprendiendo a sentirnos bien aunque estemos solos.

Y como a mi amiga también le gusta el cine, comentamos la película del director estadounidense Robert Zemeckis, titulada Náufrago, ese brillante drama de supervivencia y soledad con la impresionante y emotiva interpretación de Tom Hanks. Le digo que no estamos en una isla desierta y que la clave es aceptar la situación y la realidad del momento, y no poner la atención en lo negativo ni en el malestar, y buscar con optimismo y esperanza nuevas alternativas.

Así que nos despedimos, y con una sonrisa mi amiga me dice que está más animada y me recuerda que nos veremos el próximo sábado en el Concierto del Auditorio, y me pregunta si nos quedamos después a la cena, y yo le digo que sí, claro, y con un beso nos deseamos unas muy felices fiestas y, por cierto, le digo «vente a casa en Navidad».