No le gusta que le pongan «pinochos» como le hace The New York Times a los políticos que exageran o mienten. Según el calibre del embuste, el diario le pone entre uno y cuatro pinochos, el muñeco del cuento al que le crecía la nariz con las mentiras. El número de pinochos varía: cuando oculta información o exagera le da pocos, cuatro cuando es un embuste como Dios no manda. Como suele decirse en mi gremio: los comentarios son libres, pero lo hechos son sagrados. A Obama le pusieron unos cuantos pinochos, pero desde la última campaña, Trump bate récords. Su primer consejero de Seguridad Nacional, Michael T. Flynn, ha tenido que dimitir por ocultar sus conversaciones con el embajador ruso y el contenido de las mismas. El fiscal general o ministro de Justicia, Jeff Sessions, mintió al comité del Senado estando bajo juramento, ocultando sus entrevistas con funcionarios rusos durante la campaña. No mienten, sino que ofrecen «hechos alternativos», como dice la asesora Conway, la de la escena del sofá en el Despacho Oval. Será la postverdad que hace escuela.

«Las circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal» (INFORMACIÓN, La democracia del miedo, 19-11-2016) son las que los británicos de Oxford llaman «posverdad». Con una retórica imperial, Donald Trump en su discurso en el Capitolio, desde lo más profundo de su corazón, anuncia que «Un nuevo capítulo de la grandeza estadounidense está empezando ahora». «Un nuevo orgullo nacional está recorriendo toda nuestra nación». Ofrece algunos datos inciertos de la herencia económica: «Una de cada cinco personas en sus años laborales más productivos no está trabajando», cuando el paro está por debajo del 5%, prácticamente pleno empleo. «La gran mayoría de las personas condenadas por delitos relacionados con el terrorismo desde el 11 de septiembre llegaron aquí desde otros países», lo que no es cierto, a no ser que se deje fuera los protagonizados por los propios estadounidenses en los asaltos a colegios y centros públicos con armas militares adquiridas en EE UU.

En su primer discurso ante el Congreso, el presidente Trump dijo estar dispuesto a acercarse a ambos partidos y dejar las «peleas triviales» atrás para trabajar en temas como el sistema de salud, «esta noche, también le pido a este congreso que derogue y sustituya el Obamacare con reformas que amplíen las opciones, aumenten el acceso, reduzcan los costos y, al mismo tiempo, brinden una mejor atención de salud».«El Obamacare está fracasando en su estado, es insostenible y se está colapsando» dijo, cuando la realidad es que da cobertura a decenas de millones que antes no la tenían, con un coste inferior por asegurado y con bajada en los medicamentos. La segunda propuesta es reducir la tasa de impuestos sobre las empresas «para que puedan competir» y , al mismo tiempo «enormes recortes tributarios para la clase media». A la vez, el gasto militar se incrementará en el próximo presupuesto en 54 mil millones de dólares, casi un 10%, «para mantener seguros a los estadounidenses» y empezar a «ganar guerras de nuevo». Bajada de impuestos e incremento de gastos llevan a aumento del déficit y recortes en las partidas sociales para poner en marcha un «keynesianismo perverso», porque las armas después hay que gastarlas... en guerras. Le va a pedir al Congreso una inversión de 1 billón de dólares en infraestructuras ?no dijo de qué tipo ni cuándo?, financiada con capitales públicos y privados para comprar productos y dar empleo a estadounidenses. En materia migratoria habló de un nuevo sistema «basado en el mérito», «creo que la reforma real y positiva es posible», y del repetido muro de la frontera sur que será tan temprano como inútil y ofensivo. Para eso y otros problemas apremiantes y «superar las diferencias entre partidos. Tendremos que aprovechar el espíritu estadounidense».

La firmeza de China le obliga a repensar el reconocimiento de Taiwan. Irán ha seguido probando sus misiles. Ni de Corea del Norte ni de Siria ni de Rusia habló. Ni siquiera del soldado muerto en un improvisado ataque en Yemen. De todo eso no habló. La presentación patriótica de las medidas internas tiene su efecto en su electorado que cerrará filas mientras la situación económica no empeore o que en 2018 pierda la mayoría en el Senado y Congreso. O tiren más del hilo de Rusia.