Llevo tiempo contemplando un papel en blanco y confieso que no sé por dónde empezar: ¿Hablar de la historia del club? ¿Apelar a la afición en este dificil momento? ¿Dar explicaciones? Dificil.

Asistimos a la culminación de un camino equivocado. Se ha pretendido «figurar» lo que no podíamos ser. La caída no ha sido repentina. Recordemos los episodios de los últimos años con un club sin metas, sin planificación y a salto de mata del capricho de presidentes incapaces. Después, como consecuencia de esta desidia, el club se ha regido por personas foráneas.

Siempre recuerdo aquella frase de Antonio Sanchís cuando, hace ya unos años, decidimos apostar por el Deportivo: « Manolo -decía-, el éxito de D. Luis Cremades fue rodearse de todos los industriales de éxito del pueblo». Hoy, es casi imposible. ¿Es dejación? ¿Falta de compromiso? No. Es una realidad.

El reducto de unos aislados «valientes» que se atreven, parece más inconsciente que realista, hasta que se enteran que el presupuesto corre exclusivamente a cargo de sus bolsillos. Y se cansan. Y el ciclo vuelve a comenzar desde la debilidad económica que olfatean los buitres, profesionales de carnaza que prometen idílicos paraisos de Segunda División. Y en esta lucha de encantos y alucinaciones por sobrevivir se cometen errores. Y aquí estamos.

Ya he dicho antes que nuestro pecado es «querer ser lo que no podemos». Pero, ¡sí que podemos ser! Podemos ser, y somos, el club decano de la provincia. Podemos ser un club que recupere su adjetivo ¡¡Eldense!! Podemos ser humildes. Podemos celebrar nuestro próximo centenario, en 2021. Podemos presumir de grandes jugadores y entrenadores, que hoy nos apoyan para volver a ser. En las redes es patente el calor que nos brindan desde toda España. Si ellos creen ¿por qué no nosotros?

Aprovechemos esta caída para aprender, para tener más presencia en el pueblo a través de sus instituciones, y nos daremos cuenta de que fuimos nosotros los que abandonamos nuestra razón de ser, y gracias a este traspiés, recobramos la cordura, sólo necesitamos creer y querer. Yo quiero. ¿Y tú?