¿Maestro, profesor, docente, educador?, ¡cuántos más sustantivos podríamos usar para definir un simple concepto!, pero lo que vale es el espíritu con el que se visten los hombres y mujeres que dedican su vida a esos niños y niñas que formarán el futuro de España, cultivando su potencial, haciendo de su vida y su palabra una lección, a veces silenciosa, superando el simple conocimiento adquirido para poner cada latido de su corazón en los educandos, inmersos en los acontecimientos que los formarán de una manera integral, responsable y solidaria. Y todo ello lo realizan en los alumnos en las primeras etapas de su despertar a la vida social y comunitaria.

Yo me siento maestro como tantos otros compañeros y de función educador, ni formador, instructor o cualquier otro epígrafe que quiera imponérsenos.

Por eso cuando llega el 27 de noviembre, que siempre ha sido el Día del Maestro y se nos dice que eso es manido, arcaico o involucionista y que tenemos que adaptarnos a la modernidad de expresión y de concepto, y ser dentro del totum revolutum docentes y celebrarlo el 5 de octubre, a los maestros, maestros, maestros o al menos a los que en su titulo firmado por el jefe del Estado Español dice que somos Maestros de Primera Enseñanza, se nos indigesta el revolutum y añoramos las etapas en que se valoraba mucho más que ahora nuestra labor.

Recordemos como nuestro Ayuntamiento inauguró en junio de 1970 un monumento al maestro en el paseo de la Estación, obra del escultor Mariano Amaya del que se puede colegir de la misma expresión del adulto y el niño, como el maestro siente que el mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices, como decía Oscar Wilde, porque la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón ( Howard G. Hendricks). Además todos los niños y niñas en edad escolar, sin distinción social, realizaban trabajos conmemorativos de la efeméride e incluso las autoridades lo celebraban conjuntamente con los profesionales con actos más o menos solemnes pero que patentizaban en qué grado de estima se tenía al maestro. Y recuerdo cómo se preocupaban de darnos un pequeño ágape incluso a los que no habían asistido a la misa que se celebraba previamente.

Y es que el desterrar la figura del patrón histórico es querer olvidar a españoles en la consecución de unos logros que ya quisieran para sí los que sólo saben poner palos en las ruedas de los verdaderos y sufridos educadores, pues San José de Calasanz, natural de Peralta de la Sal (Huesca), fue el fundador de la primera escuela cristiana popular y gratuita de Europa. ¡Vaya ahora caigo! Ya sé porqué hay que suprimirlo, por lo de cristiana, ¡vaya mil perdones!

Y es que se le ocurrió aquello en una época en que la educación tenía por destinatarios casi exclusivos a los miembros de las familias adineradas, y él no podía consentir que en Roma (donde se encontraba) los niños de las familias humildes no podían educarse por falta de medios y menos aún tras la muerte de más de dos mil personas tras la riada del Tíber en 1596 (la mayor del siglo), creando su primera escuela, para mocosos y desarrapados en un viejo local de la parroquia de Santa Dorotea, siendo, lógicamente, conocida más tarde como Escuela Pía, poniendo su persona y la de los amigos que pudo convencer, así como su peculio particular al servicio de los más necesitados. O sea, ¿es que un insigne, glorioso y altamente reconocido español es desterrado por el pecado de ser santo, sin valorar su labor?

¿Es por eso lo del cambio del día? Pues voy a documentar el criterio que tienen los que se sienten orgullosos de su pasado más o menos inmediato ateniéndome a dos apartados concretos:

El primero hacer una revisión acrítica de cuando se celebra el Día del Maestro en algunos países y por orden alfabético: Albania, el 7 de marzo (aniversario de la 1ª escuela pública); Alemania, 12 de junio, (ley Democratización Escuela Alemana 1946); Argentina, el 11 de septiembre (homenaje a Domingo Sarmiento, padre del aula); Bolivia, el 6 de junio (fundación de la primera Escuela de Maestros); Brasil, el 15 de octubre, (creación por Pedro II de las escuelas públicas); Bulgaria, 5 de octubre; Chequia, el 28 de marzo, (aniversario del nacimiento de Comenio); Colombia, Méjico y Paraguay, el 15 de mayo, (por S. Juan Bautista de la Salle, patrón universal de los educadores); Costa Rica, el 22 de noviembre, (en honor a Mauro Fernández Acuña, promotor de la escuela popular); Cuba, el 22 de diciembre; Ecuador, el 13 de abril; El Salvador, el 22 de junio; Estados Unidos, el primer martes de mayo; Francia, el 5 de abril; Guatemala, el 25 de junio; Honduras, el 17 de septiembre; Nicaragua, el 29 de junio; Panamá, el 1 de diciembre; Perú, el 6 de julio; Polonia, el 14 de octubre; República Dominicana, el 30 de junio; Uruguay, el 22 de septiembre; Venezuela el 15 de enero,? entre otros, pero todos ellos sintiéndose unidos a un patriota que se destacó por su valía de servicio social. Es decir, se pasan por el arco del triunfo las orientaciones deslavazadas de la Unesco. Mi enhorabuena.

Y en segundo lugar el reconocimiento que merecen tantos y tantos compañeros que ejercieron en Elche, venidos de todos los rincones de nuestra patria, como fueron entre otros muchos, además de los que constan en la fotografía adjunta: Enrique Mancheño, Juan y Modesta Bañón, Honorio Pereda, Honorato Martínez, Isabel Campos, Jerónima del Campo, Celia Lozano, Isabel Ramis, María Selva, José Maciá (autodenominado Don Crispín) o José Canals ( Mestre Canaletes). Y otros muchos que en una próxima ocasión comentaré, por ser dignos de agradecimiento público. Todos ellos y muchos más. Soy consciente, o al menos quisiera creerlo, que les gustaría como nos gusta a muchos que así me lo han demostrado el que el 27 de noviembre siga siendo el Día del Maestro.