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Presunción de honorabilidad

A propósito de la carta publicada en el DIARIO INFORMACIÓN del 14 de los corrientes, suscrita por el Sr. D. Toni Gil, cabe recordar que menor es aún la gallardía de quien insinúa que dispone de una piedra para lanzar que la del que la lanza y esconde la mano.

El Sr. Gil, a quien no tengo el gusto de conocer, se permite afirmar que podría lanzar varias piedras contra los patronos de “Mediterráneo Fundación” (antes “Fundación CAM”) pero que no las lanza, al menos por el momento, y, lo que pudiera rozar lo pusilánime, tampoco define de qué naturaleza son las piedras: si chinitas, guijarros, pedruscos, bolos o bloques de cantera.

No tengo vinculación profesional alguna con la Fundación ni con sus órganos. Sí tuve alguna intervención pretérita para evitar que ésta pudiera acabar en el desastre que, entonces se veía venir, y que ha afectado a otras fundaciones.

Sí que tengo relación personal, y nada menos que de amistad, con algunos de los Patronos de “Mediterráneo Fundación”, incluido su presidente Luis Boyer. Y por lo que sé de ellos, no han percibido un solo euro de los fondos de la Entidad, ni tan siquiera por servicios profesionales prestados al margen de su condición de Patronos y que normalmente deberían haber sido retribuidos.

No sé, Sr. Gil, si se merece Ud. las aclaraciones que a continuación explicito, pero como quien sí las merece es el conjunto del cuerpo social, ahí van:

1. Existe un Protectorado de Fundaciones, donde se depositan las Cuentas Anuales de éstas que se formulan y aprueban por sus Patrones. En el Protectorado pueden eliminar cualquier sombra de la opacidad presupuestaria que Vd. afirma.

2. Si una ordenación legal emana de un legislador legítimo, la ordenación es a la vez legal y legítima. El juego terminológico que Ud. protagoniza acerca de estos conceptos carece de otra finalidad distinta a la de sembrar confusión.

3. Esperanza confirmada: la gestión de la modificación de la denominación social, y la generosa publicación en INFORMACIÓN, no ha producido nómina ni dieta algunas. Me lo han confirmado mis amigos del Patronato, en cuya honorabilidad confío plenamente, además de ser un extremo comprobable.

4. Tildar de “gestión limpia” la de la CAM se contradice con el curso judicial que se sigue a algunos de sus gestores. Obviamente, reafirmo mi respeto por el principio de presunción de inocencia, pero ocurre que hay ya alguna sentencia condenatoria. En cualquier caso, usted ataca a los patronos de la Fundación sin que se vea la necesidad de para ello calificar a unos gestores que, con mayor o menor buena fe, llevaron a la CAM a su desaparición. Su posición, en este punto, huele a añoranza.

5. Se lo digo como abogado en ejercicio: si desea Ud. la destitución del Patronato de la Fundación, tiene un camino claro para intentarla. Consiste éste en instarla del Protectorado y, si no la acordare, impetrar el auxilio judicial para lograrla. Pero para ello tendrá Ud. que enseñar sus piedras, asumir su lanzamiento y no esconder la mano, circunstancias que, por lo que consta en su publicación, no utiliza en el texto de la misma.

Sería deseable, Sr. Gil, que el empeño que Ud. pone en desacreditar una Institución que pertenece a la sociedad, lo dirigiera a los miembros de ésta para que se enriquecieran gozando del acervo documental, artístico, de legados y otros activos de gran valor que la Fundación pone a disposición de todos.

Me daría por muy satisfecho si su innegable activismo derivara hacia posicionamientos como el que acabo de solicitarle. En cualquier caso, cabe recordar que “todo lo que confluye aumenta”, mientras que lo que disgrega reduce. ¿Quiere Ud., de veras, que aumente el conocimiento y saber de sus conciudadanos?.

Lo que parece reprobable es jugar con la honorabilidad de personas que, de modo altruista, se ocupan de que un patrimonio que es de todos, se incremente y se ponga a disposición de todos.

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