Llegó el martes mi pitufa del cole diciendo que tenía que repasar los ángulos. ¿Los ángulos?, pensé yo, creyendo que hablaba para mí.
- Sí, mami, plano, obtuso, recto...
Uf, me retrotraje al pasado, a aquella EGB en la que estudiaba de memoria, sin entender muchas veces, y preguntándome las más de ellas para qué me iba a servir saber de ángulos en el futuro. Así que allí estaba, mirando el folio en el que estaban dibujados todos los ángulos y rectas, yo, que en ciencias era muy muy torpe y en letras tampoco es que se me diera muy bien.
Ángulo obtuso, como ese tribunal que no ve delito que tres jóvenes sigan por la calle a una mujer mientras la llaman «guarra» y «zorra».
Rectas paralelas, como el empresario dueño del Hércules, Enrique Ortiz, y los aficionados del club de sus amores, que van cada uno por su lado y no llegan a juntarse por el bien del centenario y más que nunca hundido equipo.
Ángulo recto, como el gol por la escuadra que Ximo Puig le ha metido a su consellera de Sanidad, quien aunque estoy convencida de que quería que siguieran todos los sanitarios contratados de refuerzo para combatir el covid, no tenía presupuesto para ello ni supo pelearlo, y ya andaba media Comunidad Valenciana crucificándola cuando entonces llegó el presidente para llevarse todas las medallas y anunciar que los profesionales seguirán trabajando más allá de este lunes que se presumía el último.
Pues sí, al final los ángulos son de mucha utilidad en la vida, voy a seguir repasando con mi niña, que falta me hace y tengo conceptos que pulir.