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Manuel Pineda Cuenca

El zaplanismo, ese estilo inconfundible

José Juan Zaplana en las Cortes Valencianas.

Hace unos días, el diputado popular -o más bien populista- J.J. Zaplana, quiso embarrar la vida pública con sospechas sobre los nombramientos en el Hospital de Torrevieja, obviando el Decreto 7/2003 que su partido aprobó entre golpe y golpe a las arcas públicas. Al mismo tiempo se publicaba en los medios: “Todo el PP municipal de la época de Rita Barberá, procesado por blanqueo de capitales”. Hasta cuarenta y nueve personas imputadas, incluido el propio PP. 

¿Qué no habrá más en la época del PP en Valencia? Nunca lo sabremos del todo, pero como dice un conocido “robaban a espuertas, a manos llenas, tanto que se les caían y no se agachaban a recoger los billetes”, de ahí la sensación de impunidad que vivían. Y en medio de todo este “follón” va Zaplana y reclama lo que ellos fueron incapaces de hacer: exige un equipo directivo ¡ya! para el Hospital de Torrevieja.

Convendrán conmigo que cualquier actuación que se inicia ha de estar dirigida por personas capacitadas y de confianza para llevar a cabo los objetivos marcados, en este caso por la Conselleria. El proceso consiste en devolver al sistema público lo que s<en su momento se privatizó sin pedir permiso al pueblo. Pero tiene uno la impresión de los buenos dividendos que les habrán supuesto, al PP, visto lo visto. 

Hemos visto las enormes dificultades por las que ha pasado la Conselleria de Sanidad en el proceso de recuperación del Hospital de Torrevieja para el sistema público. La concesionaria ha puesto todos los impedimentos, evidentemente, con el beneplácito, y tal vez con el aliento, constante de J.J. Zaplana y de su jefe y eterno aspirante al siguiente peldaño, Carlos Mazón. Y es que hasta seis veces ha tenido el TSJ que rechazar las pretensiones de la concesionaria.

Sanidad no ha podido disponer de los datos para poder realizar una transición normal. Se han tenido que organizar unos servicios mermados en cuanto a recursos materiales y de personal (con despido de un porcentaje importante de la plantilla), y un sinfín de obstáculos que aún quedan por salvar.

No es posible que Zaplana no conozca el Decreto 7/2003. Y me pregunto, ¿por qué el ladrón piensa que todos son de su condición? ¿por qué Zaplana acusa al President Puig de no cumplir la legislación? Y si tan malo es el decreto, ¿por qué no lo cambiaron y no cuestionaron el sistema de libre designación de altos cargos cuando gobernaban? Lo más curioso es que se trata de una normativa que impuso su partido, el PP, cuando gobernaba.

No es posible que Zaplana -ya no sé si este es el bueno o el malo, pero si el II en la línea sucesoria de apellido- ¡ahora se ponga alas de ángel custodio de la transparencia! No se expresaba en estos términos el PP cuando en 2013, en el Hospital Peset, se contrató como subdirectora a un pariente de Rita Barberá. O cuando se contrató como director del Hospital Arnau de Vilanova al hermano del exconseller popular, Serafín Castellano. O cuando, también en el Hospital Peset, se nombró al sobrino del Ex conseller Rafael Blasco, del que se pueden adivinar los méritos con facilidad. Y pese a todo, quiero pensar que entonces eran las personas idóneas, además de los parientes adecuados. 

Y ahora Zaplana II, cuando su partido está en la oposición, sufre un “ataque de trasparencia y otro de amnesia” y se le olvida que, gobernando, sus políticas de falta de participación, oscurantismo, de amiguismo y de tener personas nombradas de forma irregular durante años eran la norma. 

La empresa privada ya se ha marchado, y se acabó. A Zaplana II, toca recomendarle unos ejercicios espirituales, duchas frías y oración junto a sus compañeros y compañeras, hoy imputados, para que aprenda y repita cara a la pared que ¡no lo haremos más!

La Conselleria de Sanidad, por su parte, realizará los procesos de selección como marca la Ley y como lo ha hecho en todos y cada uno de los hospitales de esta comunidad, y Zaplana II lo sabe, aunque debe creer que sigue siendo más rentable seguir mostrando que la mentira y la burla son inherentes a ambos. 

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