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Manuel Ayús y Rubio

Verdades y falacias: consecuencias del binomio mascletás-monumento

Los cajones ya están sobre los caballos en Luceros ALEX DOMINGUEZ

Atender a las declaraciones del alcalde de la ciudad, señor Barcala, dirigidas a la asociación “Salvem el nostre Patrimoni” por el asunto de la medida cautelar solicitada, es un ejercicio democrático. Consideramos necesario esclarecer sus aseveraciones recogidas en el diario INFORMACIÓN del viernes, 10 de junio, donde señalaba, entre otras, lo siguiente.

En primer lugar, respecto de: “lo único que se dilucida ahora es si se suspenden o no los disparos”: esto no es así, no es cierto. No se debate sobre si habrá o no disparos, lo que se argumenta es sobre la inadecuación del lugar elegido por el Ayuntamiento para celebrar las mascletás que, como podemos observar, es cuestión sustancialmente distinta. No se ataca a los actos de explosión de las mascletás, no tergiverse la realidad, sencillamente se pide el cambio de lugar con el fin de no dañar y proteger al monumento.

En relación con la segunda: “están en el aire. Si se admite la medida cautelar nos habremos quedado sin mascletás y si no la admiten se dispararán y esa es la disyuntiva en que estamos ahora mismo”. Tampoco es cierto, es rotundamente falaz. Si la medida cautelar solicitada adquiriere eficacia, las mascletás no estarían prohibidas, estas continuarían en otro lugar sin problema alguno para sus celebraciones. No se dice la verdad. Lo que realmente se produciría es un simple cambio de ubicación, de lugar. Lo que nos llega del regidor es lo más parecido a una verdad a medias y todos sabemos lo que son las verdades a medias: una falacia.

Sobre “las razones de que no quieran que se dispare en Luceros no tiene que ver con la defensa del patrimonio. Son otras (que no ha desvelado)”. Estamos esperando que diga esas razones, no las esconda, le invitamos a decir la verdad, sea valiente, no deje a los ciudadanos con la incertidumbre o con la hiel en los labios. No tire la piedra y esconda la mano.

Sobre “vamos a defender a capa y espada que se disparen desde Luceros.” Señor Barcala, no son necesarias ni la espada ni la capa, tal vez un poco más de diálogo con los ciudadanos y contestar a sus escritos como, por ejemplo, el del 10 de mayo. Simplemente con un poco de respeto a todo lo que representa el patrimonio cultural sería suficiente. Por el contrario, sí son necesarios los diálogos y las verdades que, en este caso, brillan por su ausencia.

Sin duda la filosofía del Derecho ha sido común a ambos, pero creo que la influencia de tal asignatura no persuadió por igual, tuvo que variar de uno a otro. Con la verdad o la media verdad que antes indicaba, el mundo exhibe un cambio relevante y traer en estos tiempos de fiesta a la figura de Sócrates puede resultar fuera de contexto, incluso fuera de lugar, pero les aseguramos que es oportuna su memoria, pues puede ser un gran referente ético para ambas partes y, cómo no, también para el resto de ciudadanos pues si lo fue para Platón en cuanto a la búsqueda de la verdad y de la dignidad, por qué no para nosotros.

Señor Barcala, cabe diálogo y no espada cuando se debate con la palabra un asunto tan delicado como este. El nuestro se sostiene con base en el ejercicio de la argumentación y cognición lógica, pero con el de esa administración o el de sus gestores se lleva bajo la acción obsesiva de los actos de explosión de la pólvora en el lugar inadecuado, en el lugar equivocado. Y es equivocado debido a que tales actos causan daños irreparables al monumento catalogado Bien de Relevancia Local y esa administración lo sabe y lo conoce, pero lo obvia. No le interesan los argumentos de la verdad y sí de la tergiversación mientras disfrazan los créditos de las valoraciones técnicas que inciden en la causación del daño al monumento de Luceros.

En cuanto al patrimonio humano, el mayor bien que se puede tener hoy, además del ya señalado cultural (material o inmaterial), es la verdad, jamás la mentira. De las frases que el diario INFORMACIÓN recoge del alcalde en relación con las mascletás y los Luceros en ninguna de ellas se dice una verdad, en el mejor de los casos, alguna verdad a medias, nada más. Se tergiversa la realidad de las cosas, se disfraza la verdad para confundir al ciudadano cuando la verdad es la mejor aliada en el presente y para el futuro. Diga la verdad, dialogue con ella, es una virtud, un don que está ausente en sus discursos. No olvide que hablar con la verdad es sinónimo de belleza humana, sinónimo de garantía de ser. No se incline por la espada ni la capa que lleva sujeta al cuello, no somos romanos ni usted Astérix. El ser humano debe evolucionar hacia la verdad, la mentira queda relegada por sus cortas patas.

Una administración inclinada hacia la espada tiene exiguo recorrido e insignificante camino que hacer, súbase al tren de la palabra, a la filosofía del diálogo, a la filosofía del yo-tú, basada en la existencia del otro. Deje la tergiversación, muy propia de la casta política y conciba la realidad de las cosas, siempre, en un yo en relación con los demás. Ustedes saben que la cuestión de fondo no tiene mucho recorrido, tardará más o menos, pero convenceremos. ÁLEA IACTA EST. 

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