Decadencia
TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE
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De Steven Berkoff. Adaptación: Benjamín Prado
Reparto: Maru Valdivielso y Pedro Casablanc
La serie de escenas se justifica especialmente por la relevante intervención de una pareja de expresivos intérpretes que juegan a representar algunos papeles. Las constantes vitales se mantienen a la exigible altura de la obra «Decadencia» (1981) con dos comediantes y una escenificación al servicio de la teatralidad. Brillan los elementos visuales y sonoros, y el discurso de los actores, descriptivo y narrativo, no consiste en una acción dialogante.
La razón suple al sentimiento en el desarrollo de estos breves y satíricos monólogos sobre la degradación de las altas esferas estimuladas por el poder del dinero, el abuso de poder, la sexualidad, la corrupción y las diversas fechorías. La ambición desmesurada, la gula, la soberbia, la xenofobia y la lujuria constituyen la conducta de unos seres que desprecian a la gente de a pie, la cual, más de una vez, aplaude a su verdugo a cambio de pan y circo. Un alegato contra los peces gordos, clasistas y vividores, que se comen al pez chico. Los listos continúan viviendo de los tontos.
Imanol Arias, Pedro Casablanc, Blanca Portillo y Javier Gutiérrez, en los teatros de la provincia
De estas cuestiones va la pieza del veterano actor y dramaturgo británico Steven Berkoff, según la adaptación del poeta Benjamín Prado. El arrollador ritmo de Pedro Casablanc, quien también es el director, y Maru Valdivielso (ambos en paños menores) no da tregua para que el asunto, algo reiterativo, no decaiga. Apabulla y tarda minutos en poner las cartas boca arriba. Y las circunstancias de entonces y de etapas históricas posteriores siguen latiendo. Todo cambia y nada cambia en el fondo.
175 años del Principal de Alicante, un teatro fraguado en un barco
Asoma el lenguaje afilado, ácido, en esta parodia burlesca, y los recursos vocales y físicos interactúan con los espectadores. Si el teatro es un espejo de la vida, más aún lo es si hay un gran espejo que apunta al público. Hablan, en ocasiones con discutibles rimas, y bailan mucho, bajo la dirección coreográfica de Aixa Guerra, en el tórrido entorno escenográfico de Sebastià Brosa y Silvia de Marta. Con diseño de luces del alicantino Juanjo Llorens y el imprescindible espacio sonoro de Irene Maquieira.