La conjunta de los dioses

Los nuevos viejos campos de concentración

El diputado de EH-Bildu Jon Iñarritu, antes de iniciar la sesión a puerta cerrada donde visionan los videos de los incidentes del salto a la valla en Melilla.

El diputado de EH-Bildu Jon Iñarritu, antes de iniciar la sesión a puerta cerrada donde visionan los videos de los incidentes del salto a la valla en Melilla. / David Castro

Rafael Simón Gil

Rafael Simón Gil

Antes de adentrarnos en la siniestra ilustración del nuevo universo concentracionario que asoma en nuestra débil democracia traído de la paroxística mano de la extrema izquierda y sus parientes secesionistas, del talibanismo woke y de la inquisición identitaria -una suerte de aggiornamento alojado en la metafórica nube del metaverso de los gulag soviéticos, los campos de internamiento chinos, los campos de reeducación cubanos donde el Che Guevara curaba la homosexualidad-, antes de todo ese planeta de persecución, censura, discriminación, hogueras purificadoras y proscripción social y física del “indeseable”, de los “otros”, conviene saber que nada de lo que se describe a continuación es fruto de la buena fe, la casualidad, la eximente ignorancia, la improvisación o el amor a la humanidad. Nada viene de inocentes sujetos que solo persiguen mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, de los oprimidos, de los débiles. Nada obedece a la consecución de un fin que lucha por mejorar la democracia, la libertad, el derecho a discrepar, la pluralidad de ideas, la prensa libre y plural, la justicia independiente o los colectivos vulnerables. No. Todo está perfectamente calculado, milimétricamente diseñado, ideológicamente estructurado. Y pese a que se intente encubrir bajo el celofán de lo invisible, se quiera cautivar el pensamiento como si nada ocurriera y se despache la realidad invitándonos a cerrar los ojos, todo está del otro lado de la vida, parafraseando a Céline en su Viaje al fin de la noche”.

Si ustedes dos recorren con neutral estoicismo -incluso con bonhomía- el sendero luminoso que va marcando el rumbo de la política española desde hace unos años hasta hoy (y lo que presumiblemente se avecina), no hace falta ser un trujamán de la razón para adivinar por dónde pueden ir las cosas a poco que la sociedad, desarmada con sibilinos y estupefacientes placebos destilados en las bodegas del Nuevo Gran Hermano, piense que sus derechos individuales y colectivos están sólidamente anclados y por tanto no necesitan defenderse todos los días. Estos sumos sacerdotes y sacerdotas de la nueva verdad identitaria, colectivista y profundamente falseada con eslóganes asamblearios (paz y amor; no a la guerra, sin distinguir víctima y verdugo cuando Rusia agrede a Ucrania; salvemos el planeta, sin rechistar sobre China como país más contaminante del mundo, más que toda la UE junta; multiculturalidad y respeto, sin abrir la boca sobre la privación de derechos de las mujeres en las teocracias islámicas; “ya ha pasado tiempo [apenas 10 años] y es hora del borrón y cuenta nueva con ETA”, mientras se reabren una y otra vez heridas de una brutal Guerra Civil de hace más de 80 años; y un largo etcétera de asimétrica balanza); esta nueva casta de iluminados e iluminadas por el faro de su excluyente credo, digo, ha penetrado en el tejido social con tal ímpetu coercitivo que ya ni la izquierda tradicional escapa a sus autos de fe.

¿Creen de verdad que ya no son socialistas Joaquín Leguina, Redondo Terreros, Corcuera, Rodríguez Ibarra e incluso Alfonso Guerra por su crítica al sanchismo cesarista de Pedro Sánchez? ¿También Sabina es facha por decir que ya no es tan de izquierdas porque tiene ojos? ¿Por qué es tachado de fascista quien osa disentir, y lo dice en voz alta, de los principio fundamentales del movimiento podemita, del separatismo xenófobo, de los antidemócratas de Bildu o del aparato más férreo y servil de Sánchezferraz y su guardia pretoriana? ¿Ya no vale el pensamiento crítico porque cuestiona el pensamiento único? ¿Dónde están los abajofirmantes otrora movilizados en largas y canónicas epístolas publicadas en el boe mediático de cabecera? ¿Tantos y tantas tienen que comer a costa de tragarse aquellos sapos que desayunaba Churchill? ¿Cómo se puede defender la libertad del pueblo saharaui y también al que lo entregó a Marruecos? ¿Cómo se castiga al socialista Lambán aplicándole las “autocríticas” del estalinismo para que se arrepienta y pida perdón por decir lo que piensa de Sánchez? ¿Cómo se puede financiar desde el ministerio de Igualdad un vídeo tachando a un policía retirado de maltratador y asesino de mujeres? ¿Cómo se puede seguir votando unas siglas aunque quien las lidere sea el peor enemigo de éstas? ¿Defienden la inmigración y desayunan al mismo tiempo las imágenes de Melilla que acorralan a Marlasca y su jefe Sánchezbienresuelto? ¿Nunca piden perdón aun cuando casi 50 condenados por delitos sexuales hayan visto rebajadas sus condenas o están en la calle gracias a que solo el sí era no?

Los nuevos campos de concentración encarcelan las ideas, persiguen el pensamiento libre, atacan la independencia judicial, amenazan el periodismo inconveniente y al periodista crítico, reparten a diario su “jarabe democrático” a quien no agacha la cabeza en señal de sumisión, organizan todo tipo de escraches en las redes sociales, insultan, calumnian y amenazan la discrepancia y al discrepante, alardean sin rubor de relacionarse con sátrapas dictadores, con regímenes teocráticos que persiguen a las mujeres y ahorcan a los homosexuales, juguetean impúdicos con el manejo de derechos que dicen defender pero pisotean, están en amada comandita con quienes jamás han pedido perdón por las víctimas de ETA, van cogidos de la mano de proclamas separatistas teñidas de exclusión, odio y racismo, vigilan a los niños en los colegios para denunciar si hablan español o castigarlos por poner una bandera de España animando a la selección de fútbol, persiguen a un bodeguero por un anuncio que tachan de machista o le dicen a la oposición democrática que fomentan la cultura de la violación. Y sí, los derechos y las libertades no están garantizados, hay que defenderlos siempre so pena de no disfrutarlos jamás. Y sí, los nuevos campos de concentración vienen de aquellos viejos gulag que nadie quiso reconocer, aquellos campos de trabajo cubanos en los que el Che Guevara encerró a los homosexuales, esos “pervertidos sexuales”, mi comandante. A más ver.

(spoiler de pregunta) Y sí, la Guardia Civil sale de Navarra (la de tráfico también es la Guardia Civil), porque “finalmente, ha culminado cuando Pedro Sánchez lo ha acordado con Bildu para sacar adelante estos Presupuestos”. Palabra de honor).