Y SI NO ES AHORA, ¿CUÁNDO?

Carta a los Reyes Magos

Siguiendo el consejo de mis padres, voy a pedir regalos extraordinarios, especiales, que sólo ellos pueden conseguir

La calle Corredora, en Elche

La calle Corredora, en Elche / Matías Segarra

 Voy voy a escribir mi carta a los Reyes Magos. Con un poco de retraso, es verdad -cuando era niño, la carta a los Reyes tenía que estar escrita semanas antes de que llegase la Navidad-, pero estoy seguro de que los Reyes sabrán perdonarme. Voy a seleccionar únicamente algunos regalos, pues mis padres me decían siempre que tenía que pedir pocas cosas, solo las que más ilusión me hiciesen, pues de lo contrario los Reyes no sabrían qué traerme. Y, siguiendo también el consejo de mis padres, voy a pedir regalos extraordinarios, especiales, que sólo los Reyes pueden conseguir. Ahí va mi carta:

“Queridos Reyes Magos:

El primer regalo que os pido para el año 2023 es que desaparezca la crispación que domina la vida política española, y que se extiende también a los distintos ámbitos de la vida social. Hace 45 años, los españoles supimos construir un modelo de convivencia basado en la concordia, en el que todos estábamos unidos, por encima de nuestras discrepancias, en los valores y principios fundamentales. Durante varias décadas fuimos capaces de preservar ese legado, y el debate social y político no impedían la consecución de grandes acuerdos en los temas básicos, como fueron los Acuerdos Autonómicos de 1980 y 1992, la incorporación a la Unión Europea o el Pacto Antiterrorista. No sé cuando saltó esa concordia por los aires -quizás el detonador fue el atentado del 11 de marzo de 2004, y la estrategia posterior de culpabilizarse recíprocamente por el mismo-, pero lo importante es que no hemos hecho nada por recuperarla.

Tribunal Constitucional

Tribunal Constitucional / Eduardo Parra - Europa Press

Y las recientes declaraciones del Gobierno deslegitimando por primera vez desde 1978 al Tribunal Constitucional -que lo único que ha hecho ha sido recordar, como viene haciendo desde sus orígenes, que debe respetarse la voluntad popular expresada en la Constitución- no contribuyen en modo alguno a restablecer un clima de armonía. Pero todos somos responsables en mayor o menor grado de la crispación, todos los partidos políticos y todos los ciudadanos que utilizan las redes sociales para insultar al que discrepa, y todos hemos de hacer lo posible por vencerla. Ojalá en todos haya una nueva disposición a la concordia.

Gente en el metro de Kiev a resguardo durante un bombardeo ruso

Gente en el metro de Kiev a resguardo durante un bombardeo ruso / OLEG PETRASYUK

Una guerra absurda, motivada en último término por mezquinas pretensiones territoriales, que en pleno siglo XXI resulta obsoleta

Y, si se logra la concordia, será posible conseguir una reforma de la Constitución en la que todos estemos de acuerdo. Por lo menos, queridos Reyes Magos, es preciso reformar el artículo 49, que refleja una visión paternalista de las personas con discapacidad, y cuya redacción es hoy obsoleta y ha sido ampliamente superada por los cambios sociales. Hace algunas semanas, con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el CERMI -la plataforma estatal de la discapacidad- pedía que este año fuese el último en que las personas con discapacidad aparecen designadas por la Constitución como “disminuidos”. Pero sería desaprovechar esta oportunidad el limitar la reforma a cambiar una palabra, como algunos pretenden: se trata de cambiar la mirada, y de que la referencia de la Constitución a las personas con discapacidad las contemple como sujetos de derechos, que reclaman los apoyos necesarios para alcanzar una plena participación en la sociedad en igualdad de condiciones con todas las demás personas.

Pleno en el Congreso con el presidente Pedro Sánchez dirigiéndose a la oposición

Pleno en el Congreso con el presidente Pedro Sánchez dirigiéndose a la oposición / FERNANDO VILLAR

Pintamos menos de lo que deberíamos, no tenemos la potencia turística que sería razonable y no se nos tiene en cuenta en las grandes inversiones estratégicas

Queridos Reyes Magos, ahora vienen mis peticiones para Elche. El regalo que os pido es que nuestra ciudad alcance la proyección nacional e internacional que corresponde a su extraordinario potencial. Elche es una ciudad con tres reconocimientos de la Unesco como Patrimonios de la Humanidad, con 9 kilómetros de playa, con un Parque Empresarial que es la envidia de los polígonos industriales de toda España… Y, sin embargo, pintamos menos de lo que deberíamos, no tenemos la potencia turística que sería razonable y no se nos tiene en cuenta en las grandes inversiones estratégicas. Voy a contar un recuerdo personal: yo tuve la oportunidad de vivir en Valencia mientras estudié la carrera e inicié mi actividad universitaria, entre 1981 y 1997. Y fui testigo de la extraordinaria transformación de Valencia, que cuando llegué era una ciudad anodina y descuidada, pero tuvo dos grandes Alcaldes, uno socialista y la otra popular (Ricard Pérez Casado y Rita Barberá) que situaron Valencia en el mapa como hoy se encuentra. Yo quisiera que en Elche hubiese un Alcalde con la misma ambición y capacidad transformadora que aquel alcalde y aquella alcaldesa de Valencia.

En Elche contamos con empresas modélicas en este ámbito, es necesario que la cultura de la responsabilidad social se extienda a todas.

Indudablemente, esa transformación que desearía para Elche contribuiría a mejorar la calidad de vida de todos los ilicitanos e ilicitanas. Pero no se trata sólo de crecer o de mejorar: hay que hacerlo con equidad. Elche tiene que ser una ciudad cohesionada, igualitaria y solidaria, que destaque en la ayuda a quienes más lo necesitan y en la inclusión social. Y para ello, queridos Reyes Magos, quiero pediros que -además de la acción de los poderes públicos- consigáis que las empresas de Elche, que el excelente tejido empresarial de nuestra ciudad, sea cada vez más consciente de su responsabilidad social. Es lógico que las empresas obtengan beneficios, que son la recompensa a su trabajo, pero es lógico también que dediquen una parte de esos beneficios a mejorar la situación de los que lo tienen peor, directamente o a través de las entidades que se dedican a atender a colectivos en situación de vulnerabilidad o exclusión social. Y aunque, como he escrito alguna vez, en Elche contamos con empresas modélicas en este ámbito, es necesario que la cultura de la responsabilidad social se extienda a todas.

Y dejo para el final, queridos Reyes Magos, el regalo más costoso, que no sé si podréis conseguir, pero que me gustaría mucho que obtuvieseis: que concluya la guerra de Ucrania. Una guerra absurda, motivada en último término por mezquinas pretensiones territoriales, que en pleno siglo XXI resulta obsoleta, y que debería ser sustituida por sentarse en una mesa y dialogar para encontrar soluciones, en lugar de provocar tanto sufrimiento a tantas personas y familias”.

Esa es mi carta a los Reyes Magos. ¿Nos traerán todos esos regalos? Confío firmemente en que así sea.