El indignado burgués

Memorias de un desmemoriado (que toma notas)

Bartolomé Pérez Gálvez, Carlos Mazón y José Juan Zaplana, este viernes

Bartolomé Pérez Gálvez, Carlos Mazón y José Juan Zaplana, este viernes

Javier Mondéjar

Javier Mondéjar

Descubrí lo que es empezar a envejecer sin delicadeza hace unos días cuando bajando una pista fácil de esquí en Sierra Nevada me di cuenta de que mis piernas no iban exactamente donde yo quería. Había bajado en mi vida con mayor o menor dignidad y a cero coma toda clase de pistas y con toda clase de nieves: negras, rojas y verde fosforito, pero ese día algo no iba bien. Hasta el momento en que metí el canto en nieve “papa”, la pierna izquierda se quejó amargamente en un giro, y amenazó con quebrar sóleo y aductor, con lo que mi cerebro llegó a la conclusión de que mejor nos jubilábamos de deportes de riesgo. Provisionalmente, espero. Sic transit Gloria Mundi.

No he hablado nunca con mis mayores si esta sensación de decrepitud empieza de golpe o es paulatina. Perdí una magnífica oportunidad de preguntárselo a mi padre, que era un tipo reflexivo y analizaba desde un punto de vista bastante objetivo la vida y sus pompas. Lo que pasa es que piensas que nunca llegará el trance y como lo ves lejano, ya si eso un día de estos lo hablamos. Y no da tiempo.

Así que me atrevo a pedirles a mis hijos que si tienen algo que preguntarme aprovechen que todavía estoy vivo y razonablemente lúcido. No creo que les vaya a resolver el futuro, porque ese es camino que ellos tienen que recorrer solos, pero les evitará preguntarse en el futuro :¿y si.. ? O no, qui lo sà.

En todo caso no quiero que mis reflexiones y recuerdos se pierdan como lágrimas en la lluvia, porque me ha costado mucho tenerlos. Puestos a elegir, me quedé con una profesión cuya norma fundamental es que si no molestas no lo estás haciendo bien.

Manejar información abundante y de calidad, y saber distinguir el trigo de la paja, es lo que distingue a los periodistas de otras especies comunicadoras, léase blogueros o aficionados. Si además le añades una lista enciclopédica de recuerdos, agenda, datos y documentos, puedes advertir que algunos valen mucho más por lo que callan que por lo que cuentan. Porque desgraciadamente no todo lo que sabes se puede/debe contar y mucha información queda guardada en espera de contrastar más datos o del momento más oportuno.

El problema viene cuando un día tienes que empezar a borrar información de tu disco duro mental, porque algunos han abandonado este mundo, muy a su pesar, y a otros no les conoce ya ni la madre que les trajo. Empiezas entonces a valorar si no hubiera sido mejor seguir la carrera de cirujano o de diplomático que te planteaste en tu juventud. Así y todo sigues teniendo recopiladas grandes dosis de material para sacar cuando el momento procesal lo aconseje o directamente te apetezca (y te lo permitan, gracias Director).

Un desconocido autor español (Galdós. Jejé) publicó a principios del siglo XX “Memorias de un Desmemoriado” y siendo mi héroe Don Benito, siempre me ha apetecido emularle. Por eso llevo cuarenta años manchando papel y emborronando notas, especialmente acerca de la economía provincial y sus personajes y personajillos. No es presunción decir que he vivido muy de cerca cuatro décadas bastante moviditas: de los estertores de la Transición al momento actual, pasando por varias crisis y algunos cracks, una pandemia y cincuenta mil escándalos políticos en los que la mayoría tenían implicadas a figuras empresariales, algunas muy conocidas. Como para escribir unos Episodios Provinciales.

Así por encima, Alicante pasó de tener poderío económico, y paralelamente independencia de las instituciones que velaban por el crecimiento empresarial, a quedar relegada como furgón de cola de inversiones y a instituciones endeudadas y sometidas. En realidad nunca se ha esperado en estas tierras demasiado del Estado, no hay más que recordar cómo el AVE más rentable que era el Madrid-Alicante se retrasó casi una década con respecto al de Málaga, y gracias a ello (y a que tienen y han tenido políticos con visión e influencia) nos han machacado en el ranking.

Nuestra provincia en estos años perdió dos cajas de ahorros punteras, unas instituciones empresariales con músculo y hasta varios medios de comunicación. Tengo teorías sobre ese colapso y algunas seguro que no les gustan a algunos.

El factor humano ha sido fundamental tanto para el éxito como para el fracaso. Sobre todo para el fracaso. Hay nombres y apellidos que han sido y son una lacra y otros que van camino de serlo a poco que perseveren. ¿En qué momento se jodió el Perú, Zavalita? Pues no tengo la fecha pero sí la ocasión: justo el día que Zaplana ordenó a Diego Such el control absoluto de las instituciones y éste se aprestó con mano firme a laminarlas.

Tengan en cuenta que no son los más preparados quienes acceden a los puestos de relumbrón, que aquí hay un desinterés notable por la cosa pública y muchas veces los tocados con la varita mágica no son más que desecho de tienta que salen a la plaza porque los toros bravos pasan de lidias.

En Alicante las gentes con una carrera hecha, criterio contrastado y pedigrí prefieren no hacerse notar en exceso, no vaya a ser. ¿De los otros? Vamos hablando.