Tribuna

Descendimiento de la cruz

Desde hace algunos años, cada Viernes Santo tiene lugar en la parroquia ilicitana de Madre de Dios, enclavada en el barrio del Toscar y regentada por la comunidad de Misioneros de la Consolata, una ceremonia paralitúrgica de origen medieval

Representación del Descendimiento de la Cruz que realizan en la iglesia del Toscar cada Viernes Santo

Representación del Descendimiento de la Cruz que realizan en la iglesia del Toscar cada Viernes Santo / INFORMACIÓN

Joan Castaño

Joan Castaño

Desde hace algunos años, cada Viernes Santo tiene lugar en la parroquia ilicitana de Madre de Dios, enclavada en el barrio del Toscar y regentada por la comunidad de Misioneros de la Consolata, una ceremonia paralitúrgica de origen medieval en la que se escenifica con gran sencillez, pero con gran devoción, el Descendimiento de la Cruz. Acabados los Santos Oficios en los que se rememora la Pasión y Muerte de Jesús, se adora la cruz como símbolo de la redención del mundo y se ora por toda la humanidad, tras una breve pausa, se representa el mencionado Descendimiento.

Está protagonizado por una imagen de Cristo crucificado, articulada en sus hombros, realizada por el restaurador ilicitano José Vicente Bonete. Uno de los fieles de la parroquia sube con una escalera a la altura de Cristo y prepara su descenso mediante un lienzo blanco que, cruzado en su pecho, se sujeta bajo los brazos de Jesús a los de la cruz. Se retiran los clavos que atravesaban pies y manos, que caen al suelo con un sonido estremecedor. Lentamente es bajada la imagen, que recogen con gran devoción otros fieles situados al pie de la cruz.

Figura

La figura de Jesús es recostada sobre una sábana que, sujeta por sus cuatro extremos, permite su traslado hasta el sepulcro. Una pequeña procesión con fieles portando velas encendidas, un niño con la corona de espinas y los tres clavos situados sobre una almohada, y la propia imagen de Jesús yacente en la sábana, recorre la iglesia en silencio y con gran solemnidad. Llegados al lugar habilitado como sepulcro delante del altar, queda depositada la figura mientras cuatro fieles, que se van turnando, la veneran y la guardan.

Todo en silencio, todo con gran tristeza y recogimiento, todo con gran solemnidad y devoción. Esta ceremonia del Descendimiento, cuyos orígenes hay que situarlos, como nuestra Festa d’Elx, en la Edad Media, ha continuado celebrándose en el interior de algunas iglesias, como, por ejemplo, en la catedral de Mallorca, con el título de «Lo Davallament», aunque muy simplificada a raíz del Concilio de Trento. En otras partes, este Descendimiento tuvo que abandonar el interior de los templos y ocupar las plazas cercanas a los mismos. Tenemos noticias de que, en el mismo Elche, en el primer tercio del siglo XVIII, existió una escenificación del Descendimiento de la Cruz realizada ante la fachada exterior de la capilla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, levantada junto a la iglesia de San José, convertida actualmente en sala de exposiciones. Era organizada por los hermanos terciarios y, aunque las referencias conservadas son muy escuetas, un inventario de 1730 nos permite reconstruir esta escenificación.

Uno de los momentos de la representación del Descendimiento

Uno de los momentos de la representación del Descendimiento / INFORMACIÓN

Se habla, por ejemplo, de la existencia de una imagen de Cristo crucificado hecha de cartón; de una cruz grande y dos pequeñas, de madera; dos escaleras; seis varales para el palio; cuatro varas con cruz para los electos —la misma denominación que los del Misteri; un lienzo de cambray para bajar la imagen de Cristo de la cruz; tres vestiduras completas para los varones que intervenían, formadas por sotanas de tafetán, bonetes, ceñidores y botines, todo de color morado; un baldaquino y una cortina roja con bastidores para la casa de Poncio Pilato; un estandarte de tafetán con palo y una peluca para el Santo Cristo; siete vestiduras de ángel formadas con petos y espaldares de cartón forrados de papel dorado, mangas, también doradas, seis pares de alas y botines y un morrión; seis insignias de la Pasión; un lienzo con tres rostros de Jesús; una toca para la Virgen; un lienzo teñido con gotas de sangre; unas andas para el entierro de Cristo; tres clavos para la cruz; dos diademas, una para la Virgen y otra para San Juan; seis picas para los soldados; y diversas ropas y elementos para Jesús Nazareno: túnica, una espalda, una cara con peluca y un par de botines.

Representación

Todos estos elementos nos hablan de una representación de cierta complejidad, aunque no se han conservado posibles textos hablados o cantados. Debía contar con diferentes escenarios: al menos, la casa de Pilato, el Calvario y el Santo Sepulcro. También con diferentes escenas de la Pasión, como la de Jesús Nazareno camino del Calvario, su encuentro con la Santa Mujer Verónica y el milagro de la Santa Faz, la presencia de la Virgen y de San Juan al pie de la cruz, soldados, ángeles, etc. Los tres varones mencionados eran los encargados de hacer descender el cuerpo de Cristo y trasladarlo hasta el Santo Sepulcro en unas andas.

Barroca

Se trataba de una representación barroca cuyos precedentes lejanos hay que buscarlos en paraliturgias sencillas y unidas a los Santos Oficios, como la recuperada en nuestros días en la iglesia Madre de Dios. Hemos de felicitar la iniciativa de la parroquia del Toscar por presentarnos de manera plástica y emotiva el momento en el que el cuerpo de Jesús fue desclavado de la Cruz y portado hasta su sepulcro. Allí permaneció tres días a la espera de su gloriosa Resurrección, que celebramos en nuestra ciudad con la jubilosa procesión de las «Aleluyas».