El plante de Puig

Ximo Puig en el Foro Alicante

Ximo Puig en el Foro Alicante / Alex Domínguez

Carlos Mazón Guixot

Carlos Mazón Guixot

El pasado miércoles Prensa Ibérica informó a sus lectores de la negativa del Señor Ximo Puig a participar en el debate electoral que habían organizado con motivo de las elecciones del 28M. Este plante de Puig es sintomático: las encuestas señalan que el Partido Socialista del País Valencià no está cerca del sentir de la calle. Se respira cambio político y Ximo Puig lo ha querido afrontar escondiéndose.

Que Puig no dé la cara no es nada nuevo. Lo viene haciendo desde hace mucho tiempo con Sánchez en temas transcendentales para nuestra tierra como la financiación autonómica, la reivindicación del agua que necesitamos o las inversiones para nuestra tierra. A nadie le extraña, a estas alturas, que Puig se esconda ante un simple debate entre candidatos políticos en plena campaña.

Parece que tenga miedo a contrastar sus propuestas electorales que sabe que son humo propagandístico, medidas recicladas o simplemente una mala copia de lo que otros proponemos. Teme intercambiar opiniones sobre las principales preocupaciones de la ciudadanía. Se niega a responder las preguntas que le puedan hacer los responsables de la sección de política de los tres medios de comunicación del Grupo. Sabe que no tiene credibilidad porque propone planes y medidas para el futuro que ha sido incapaz de hacer en ocho años.

Nadie ha ganado en este no-debate electoral previsto para una semana antes de la cita electoral, pero sí que ha habido un perdedor sin ni siquiera haberse celebrado: Ximo Puig.

Sun Tzu dijo que el arte de la guerra consistía en ganar batallas y someter al enemigo sin necesidad de luchar. Pero la derrota no es de Puig por no “animarse” a dar la cara. La derrota es de 5 millones de valencianos, alicantinos y castellonenses a los que su presidente ha negado la posibilidad de contrastar distintas opciones políticas y distintas formas de ver la sociedad a través de estos medios.

Con su personalista lema electoral de “El president”, Puig mira al resto por encima del hombro, encerrado en su torre de cristal del Palau, sin hablar con la gente, huyendo de debates. Ni siquiera parece enterarse que la gente tiene cada vez más dificultades para llegar a final de mes, ahogados por los impuestos, por la subida de la cesta de la compra, de la luz, del gas o de las hipotecas.

En estos años de su Consell ha demostrado que sus políticas tienen poca ambición, con un deterioro progresivo de la sanidad o los servicios sociales. Hoy somos la autonomía con mayor déficit de España. Hemos triplicado el del año pasado y tenemos la losa del récord de deuda que pagarán nuestros hijos. Sin embargo, tenemos el gobierno más caro de la historia de la Comunitat Valenciana y la peor sanidad de la democracia con 80.000 personas esperando a ser operadas. Y eso, por mucho que intente maquillarlo, Puig lo sabe.

Dentro de su tacticismo electoral, el candidato socialista calcula que exponerse y dialogar solo le expondrá a sufrir más desgaste, con las encuestas marcándole la derrota en las urnas. Pese a sus desplantes ha llegado el momento de sonreír porque ya viene el cambio que representa el PPCV.