El juego de la vida en “La vida es sueño”

Marc Llorente

Marc Llorente / INFORMACIÓN

Marc Llorente

Marc Llorente

La vida es sueño

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

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De Calderón de la Barca. Versión: Declan Donnellan (director) y Nick Ormerod.

Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico, Cheek by Jowl y LAZONA.

Una obra maestra del teatro universal, no solo de nuestro Siglo de Oro, que ha generado numerosas interpretaciones. «La vida es sueño» (1635) funde drama y poesía en una pieza alegórica con sus atemporales conflictos y cuestiones metafísicas. Es muy frecuente que los clásicos estimulen la realización de versiones con licencia para experimentar.

En esta lúdica y discutible versión de Declan Donnellan y Nick Ormerod, dirigida por el primero, la depuración del espacio, de las acciones (no suficientemente) y del lenguaje se acercan al vodevil, a la telecomedia y al efecto del teatro dentro del teatro con el juego de la vida.

El rey, por miedo a que se cumplan los augurios, mantiene encadenado a su hijo. Ernesto Arias y Alfredo Noval, respectivamente, entre otros que cumplen bien, en función de esas directrices, no siempre con el adecuado tono de sinceridad. Pero tratando de imponer una actuación libre y fluida según propone Donnellan.

El primero tiene firmeza, y el otro actor acoge al príncipe Segismundo con singularidad, hablando como si el texto fuese en prosa, donde destacan sus dos monólogos y la ficción teatral que las personas representan. Todos soñamos lo que somos, y somos realmente lo soñado. El papel que a cada uno le toca y en el que hay que ubicarse para que perdure la farsa del orden social, lo que sintoniza con «El gran teatro del mundo», uno de los autos sacramentales calderonianos.

Lo esencial de la idea la expuso Platón, porque los humanos funcionan como marionetas, o Shakespeare. Lope de Vega la incorporó y posteriormente la asumieron otros escritores. Es la necesaria libertad para configurar la vida en este teatro de apariencias que es la realidad. El deber, los límites de la autoridad o la existencia efímera y arbitraria. La debilidad y la angustia. Y la reforzada entidad de Calderón. Honor, venganza, amor, revuelo popular…

Un muro verde de puertas, música «vintage» y la efusividad del célebre Declan Donnellan. Mínima escenografía y el intemporal vestuario de Nick Ormerod en el Principal de Alicante.