Ocurrencias

Dos jóvenes muestran su perfil de Tinder.

Dos jóvenes muestran su perfil de Tinder. / ZOWY VOETEN

Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

Mónica García, líder de Más Madrid, quiere intervenir apps de citas como Meetic o Tinder porque allí las mujeres pueden sentirse «presionadas». Y creará una app de denuncias.

Vaya… señoras que se suscriben a aplicaciones para conseguir citas resulta que «se sienten presionadas». Como diría el capitán Renault en la película Casablanca: «¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!».

Es como si usted va al peluquero y cuando vuelve a casa le monta un escándalo a su mujer porque le han cortado el pelo.

La vicepresidenta del Gobierno y líder del partido Sumar propone que el Estado aporte a cada ciudadano español que cumpla 18 años la bonita cantidad de 20.000 euros en concepto de «herencia universal». Se trata de un cheque que serviría para invertir en vivienda, en educación, en ocio… o lo que le dé la gana al ciudadano en cuestión.

¿Quién paga esta fiesta? Muy fácil: los ricos. Con más impuestos, naturalmente.

En 2022 493.000 personas cumplieron 18 años. Una sencilla multiplicación arroja el resultado de 9,86 mil millones de euros.

Pero eso sería el primer año, porque ¿se imaginan ustedes que haya algún individuo en el mundo que no venga a cumplir 18 años a España? Bajarán de las montañas con tal de recibir el momio, aunque luego vuelvan a su país o se la gasten en chucherías. ¿Se imaginan ustedes los millones de años sabáticos que se tomarían nuestros jóvenes, la infinidad de viajes a ningún sitio, la miríada de biografías postergadas al grito de «¡si tienes pasta vive, no estudies!».

Porque no estamos hablando de becas, de ayuda a la formación, de aumentar puestos de trabajo para los jóvenes, no. Estamos hablando de llenarles el bolsillo con dinero fácil, no trabajado, no merecido.

Solo recuérdense a ustedes mismos cuando tenían 18 años e imaginen su reacción a la llegada de veinte mil macarenos a sus incipientes vidas.

Francamente, me encantaría que mi país tuviera recursos para repartir 20.000 euros a los jóvenes, pisos gratuitos a todos los ciudadanos y 60.000 euros de ayuda en el momento de la jubilación. Creo que a todos nos gustaría, pero hay un problemilla: ¿quien paga estos saraos?

¿Creen ustedes, se cree la propia señora Díaz, que en un mundo globalizado como el nuestro «los ricos» se van a quedar esperando a que los expolien? ¿No han visto ustedes lo que ha sucedido con Ferrovial? ¿Acaso alguien desconoce que la globalización permite trasladar empresas, recursos y cuentas corrientes a los lugares donde existe más seguridad jurídica y más confort impositivo?

Ocurrencias las tenemos todos, es fácil, especialmente en ese momento que precede al sueño, en el que nos volvemos creativos y nuestro cerebro se desinhibe de las censuras cotidianas. Pero al despertar por la mañana debemos analizar la ocurrencia y habitualmente convenimos en que pintar la casa de morado o convertir la oficina en una plantación de marihuana no parece lo más aconsejable. Excepto que seamos políticos. Porque entonces lo que hacemos es pintar la oficina de lila, llenar nuestro salón de maría y repartir entre los chavales cheques de 20.000 euros para justo en la fase más crítica de sus vidas eliminar el estímulo de progreso y el esfuerzo. Eso sí, con el dinero de los demás, de los ricos. Que, como todo el mundo sabe, son idiotas y se dejan expoliar sin oponer la menor resistencia. Si además su dinero sirve como freno al desarrollo de los jóvenes, en una medida que apesta a electoralismo y populismo, hemos cerrado el círculo vicioso de las ocurrencias perversas.