Necrológica

Alicante, al centímetro

Su extensa y fructífera obra le catapultó como un referente de la ingeniería provincial, a cuya puerta siempre acababan llamando para que resolviera problemas que se antojaban irresolubles

Florentino Regalado. | PILAR CORTÉS

Florentino Regalado. | PILAR CORTÉS / ToniCabot

Toni Cabot

Toni Cabot

El destino ha querido que en la víspera del homenaje que el Centro de Estudios Hidrográficos va a rendir con motivo de su 90 aniversario a su creador, el gran referente de la ingeniería española, Manuel Lorenzo Pardo, Alicante perdiera ayer a uno de sus más destacados discípulos en esta materia. El azar eligió también que la marcha de Florentino Regalado coincidiera en hora, día y mes (un 13 de junio, siete años antes) con el fallecimiento de su hermano, Ricardo, por quien Florentino llegó a la Terreta a mediados de los años setenta tras finalizar la carrera en Santander. De Alicante nadie le movió jamás.

Apasionado de la ingeniería estructural, Regalado plasmó su sello en la mayor parte de las edificaciones emblemáticas de la provincia, en especial en la capital y en Benidorm, con participación directa en más de cinco mil proyectos relacionados fundamentalmente con estructuras y en edificios de gran altura.

Complicado resulta encontrar una sola mole vertical en la provincia que no haya pasado por el filtro de cálculo de este ingeniero de Caminos, a quien todo empresario solvente dedicado a la construcción recurría para resolver los más sesudos problemas de cálculo y ejecución en las obras de gran altura.

Ejemplos de esto último se cuentan por docenas, entre ellos, sin ir más lejos, la solución para coronar el edificio In Tempo con ese triángulo dorado a modo de cúpula invertida que completa su singularidad y que tantos quebraderos de cabeza acarreó hasta que Florentino sacó su lápiz.

Su extensa y fructífera obra le catapultó como un referente de la ingeniería provincial, a cuya puerta siempre acababan llamando para que resolviera problemas que se antojaban irresolubles.

En ese campo innovó antes que nadie a través de su empresa, CYPE, decidida a abonar con tecnología el terreno de tan compleja especialidad, que le llevó, incluso, a comercializar programas de cálculo inicialmente previstos para uso interno.

En su amplio anecdotario profesional queda la decisiva intervención para mantener en pie el edificio que albergaba el hotel Nadal horas después de que la banda terrorista ETA dañara su estructura con una bomba frente al mar benidormense. En poco menos de cinco segundos solventó las inoportunas dudas del ministro Acebes y cumplió con la palabra dada a su buen amigo el alcalde Pérez Devesa, empeñado en salvar el Nadal «para no dar a esos cabrones de ETA la satisfacción de tener que demolerlo».

Crítico y firme opositor de las «ocurrencias» que brotaban desde el sector político en materia de urbanismo, estas páginas se convirtieron en su púlpito para poner freno a malas decisiones, reconducir y aclarar conceptos urbanísticos que manejaba mejor que nadie. Tenía Alicante en la cabeza, así que resultaba obligado pulsar su parecer acerca de todo proyecto que tuviera que ver tanto con la superficie como con el subsuelo de la ciudad.

El pasado mes de febrero recibí un mensaje desde su móvil lamentando no poder acudir al foro Alicante que tenía a Carlos Mazón como ponente. En él, con esa carga de ironía que siempre le acompañó, descubría que «me ha tocado la lotería en forma de cáncer, así que empieza el jolgorio de la quimio. No sé cómo acabará esto, pero si toca lo peor espero leer un buen artículo tuyo en el más allá».

Pues aquí te lo dejo, querido y admirado amigo.