Pasión y contradicciones

Una vista del Congreso de los Diputados.

Una vista del Congreso de los Diputados.

Justo Gil Sánchez

Justo Gil Sánchez

Las intervenciones del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en los diferentes medios de comunicación están siendo pasionales, creyendo con fruición en lo que dice y hace, enarbolando logros y avances sociales y económicos al frente del Ejecutivo. Estos últimos son irrefutables, en línea con las directrices y objetivos comunitarios El presidente tiene predicamento en la UE, se mueve bien con su don de gentes y de lenguas, por lo que goza de estimable consideración. Ello unido al comienzo del semestre de presidencia del Consejo Europeo.

En esa línea, igualmente pasional y de decir las cosas por su nombre, sin arrugamiento de ningún tipo, he advertido la participación, también en los medios, del ex Presidente Rodríguez Zapatero –antaño pusilánime y lento-, hablando alto y claro, y sin ambages ni cursilerías, sobre el final de ETA, los protagonistas reales y la utilización espuria del terrorismo, que afortunadamente no se halla presente, y que, con dolo, el mundo conservador quiere hacerle revivir artificiosamente, cual espantajo, para consumo y politiquería (o política de baja estofa). Por favor, eso no es serio.

Otra de las cosas que llama la atención son las manifestaciones del Sr. Feijóo reivindicando la “palabra del político” (sic), solemnizando lo obvio, como antaño dijera Pacordoñez de otro ex presidente conservador, ante el vaciamiento de crédito de quien participa en la vida pública. Pero, hete aquí, que en el momento de proclamar esa reivindicación a los cuatro vientos – y que todos los demócratas compartimos-, la candidata a la presidencia de la Comunidad extremeña daba uno giro copernicano a lo dicho días antes, sin rubor, manifestando, con enérgica prédica, que con VOX, poco menos, “no iba ni acá Ramón”-, como decimos en lar vegabajeño. Se merendó sus propias palabras y no le han empachado. Encomiable digestión

Pues da igual; si hay que decir lo contrario no pasa nada, se dice, aduciendo que, en verdad, su palabra era poco menos que secundaria, que lo importante eran los ciudadanos extremeños (sic), exponiéndoles como sacrosanto “interés superior”. Un poco de vergüenza creo debe dar. En un plis plas, y objetivamente, arruinó la potencia teórica de las palabras del presidente del partido conservador. En temas de contradicciones, hay todo un mar de ellas. Y es verdad que en las grandes formaciones esto se ha constatado. Pero tenemos que enhebrar como proclama que la credibilidad del discurso político no puede tener plazo de caducidad, no puede durar unas horas. ¿Qué pueden pensar los sufridos ciudadanos? ¿No importa?

No es de recibo – y es, por tanto, criticable- que la mayoría de Ayuntamientos, a las primeras de cambio, semana después de la constitución de los entes locales, hayan decidido como primeras medidas subirse las contraprestaciones o retribuciones. Eso estéticamente no está nada bien y se lanza un mensaje negativo. Y lo han hecho todas las formaciones con independencia de su policromía. ¿Dónde está el ejemplo a blandir? ¿Hay silencio? ¿Nadie dice nada? Todos mudos. Como decía el compositor estadounidense, Davis Miles, El silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de los ruidos”.