Encalao en el terrao

69º certamen: el revuelto número erótico

69º CERTAMEN: EL REVUELTO NÚMERO ERÓTICO

69º CERTAMEN: EL REVUELTO NÚMERO ERÓTICO / FranciscoSalaAniorte

Francisco Sala Aniorte

Francisco Sala Aniorte

Hoy, que se clausura el 69º Certamen Internacional de Habaneras y no es casualidad que ese número sicalíptico este muy ligado al este género musical. A mediados del siglo XIX surgen las primeras teorías sobre la igualdad de los géneros, para encontrar testimonios del ejercicio de la placentera postura del 69. De 1848 es una deliciosa litografía que representa a los protagonistas de la novela «Gamiani», de Alfred de Mussetla, en unión de contrarios, en una mezcla salvaje de erotismo y destrucción en pleno 69. Pero entonces la postura aún no tenía nombre. Es por aquellos años cuando nacen las canciones habaneras como temas sensuales muy difundidos por las compañías de zarzuelas por toda España, América Latina y Estados Unidos.

En sus primeros tiempos La habanera era un género bailable siendo preferida en las habitaciones de las «chinas cuarteleras», sirvientas de los soldados. Se bailaba con pareja abrazada y los cuerpos se rozaban tanto más o menos fuera la confianza que hubiera, convirtiendo los cuarteles en verdaderos sitios de lenocinio y a aquellas mujeres en rameras, sin olvidar que los «barrios chinos» han dado nombre a las zonas donde vivían y trabajaban las prostitutas, sirviendo para comprender el significado de la palabra «china» que aparece en la letra de la habanera «La Paloma»: «¡Hay chinita que sí!/ ¡hay chinita que dame tu amor!/ ¡hay! que vente conmigo chinita/ a donde vivo yo». En el último tercio del siglo XIX, era habitual en los días de pago de los soldados realizar en los «cuartos de chinas», bailes en los que participaban grupos cantando habaneras. Los militares y sus amigos se entretenían y jugueteaban con el chinaje.

En agosto de 1860 ya hay noticias de haberse ejecutado por primera vez una habanera en el teatro de Torrevieja por la Banda de Música Municipal, dirigida por Antonio López, fue la titulada «La toma de Tetuán», cuya partitura sustrajo distraídamente el director de la compañía de declamación de la ciudad de Cieza, Serafín Tomás Marín, teniendo que intervenir para su recuperación agentes de la Guardia Civil.

En la letra de una habanera anónima copiada del repertorio de la Sociedad Carnavalesca «La Africana», publicada en 1876, dice: «Domingo de Carnaval,/ me vestí de mascarita,/ y me fui con mi chinita/ en el Prado a pasear./ Vente conmigo chinita,/ vente conmigo a bailá,/ ¡ay! Los dos bailaremos el tango,/ a mi me gusta el bailá./ Arrímese un poquito,/ ¡arrímese usted por Dios!/ Ay por Dios, no se arrime usted tanto,/ que puede venir el señó./ Como está Panchita./ Como está llorá./ Como tan branca y enamolá».

Se difundieron en un principio por los lugares cercanos a los puertos, donde era numerosa la marinería y existían casas dedicadas al comercio del sexo, cantándose y bailándose entre vasos de alcohol y música de guitarras, acordeones y pianos de taberna y cafetín.

En 1887, en el teatro de Torrevieja se estrena una habanera con letra escrita por el vecino Juan Ortega García. Se representaba la zarzuelita «Toros de punta», revista pícara del toro, los toreros y sus amores. El público solicitó a la tiple la repetición de los fragmentos más obscenos, pero cansada de repetir siempre la misma letra, y conociendo la inventiva de Juan Ortega, le pidió que aplicara a la misma música algunos textos diferentes, a fin de encandilar al público. A tal efecto, para la representación de la noche siguiente, escribió Juan hasta seis cantares distintos uno de los cuales decía así: «Ay mamita las palomitas/ cuando van al palomar,/ unas pasan por delante/ y otras pasan por detrás./ Tengo yo un palomo/ que es muy arrogante,/ que sólo, que sólo,/ entra por delante./ Siendo noche,/ una doncella/ salió huyendo de su cuarto,/ y un fraile se iba tras ella./ Que te pillo, que te mato./ Ella vio el cuchillo y se desmayó,/ y entonces el pillo./ [CORO] ¡Que…!/ Que se lo metió».

En el último tercio del siglo XIX, el compositor oriolano José Rogel publica la partitura de la zarzuela «El último figurín», con letra de Ricardo Puente y Brañas: «Héme al fin en casa de mi mujer,/ tras la ausencia me abrasa sed de placer./ Y aunque el África veo lejos de mí / soy mas Europeo Carabalí./ ¡Por mi esposa de África volví, si ahora la pillara la comería así!:/ ¡ham! ¡ham! Ay que afán. ¡Ham! ¡Ham! ¡La comería así!».

Volviendo a la época actual, no cabe duda que el numeral del Certamen Internacional de Habaneras de este año reúne todas las expresiones que han dormido previamente en la antesala de la lengua, aunque fue en Francia donde se acuñó tan ilustrativa metáfora numérica, que debió de vivir previamente muchos años en el argot de los garitos, prostíbulos y «peep-shows» de Pigalle. Un buen día, la revolución sexual que se inició en los años sesenta se adueñó de la palabra y la extendió a todas las capas de la sociedad francesa. El entusiasmo iconoclasta de mayo del 68 hace de ella su bandera: «¡La imaginación al poder! Y otro buen día, la revolución sexual que se inició en los años sesenta se adueñó de la palabra y la extendió a todas las capas de la sociedad francesa. El entusiasmo iconoclasta de mayo del 68 hace de ella su bandera: ‘¡La imaginación al poder! ¡El 69 al poder!».

Al año siguiente, 1970, el dúo formado por Serge Gainsborough y Jane Birkin -fallecida el pasado 16 de julio-, se hacían famosos ya por su llamada canción erótica «Je t’aime moi non plus» -prohibida por aquellos años en España por el régimen franquista. De forma clandestina se bailaba la jadeante pieza musical en la discoteca «Sugar Sugar»-, proclamando al tiempo que cantaban: «¡69: año erótico!». Fue entonces cuando la expresión se extiende como la pólvora por todo el mundo y entra, como si hubiera existido siempre.