Ver los toros desde la barrera
Antonio Colomina Riquelme
Existe en Orihuela una clase privilegiada que se dedica—legítimamente, no lo discuto—a criticar todos los pasos que dan sus dirigentes políticos. Digo clase privilegiada porque son, mayoritariamente, jubilados de banca, profesores, comerciantes, etcétera. Estas personas que viven muy bien, con buenas pensiones, sus casas libres de hipotecas, cuando no heredadas de sus progenitores, sus apartamentos o chalets en la playa y sus buenos ahorrillos en la cuenta corriente, no tienen otro cometido que salir en los medios de comunicación demostrando a todo el quiera leerles la vasta cultura que adquirieron en los colegios de élite oriolanos, cargando sus tintas contra todo lo que se mueve dentro del Ayuntamiento.
Y no es que yo defienda a nadie, es que como oriolano que soy, aunque ausente durante muchos años, me duele que esta clase privilegiada de que hablo se dedique durante los nueve meses al año que viven en Orihuela —los otros tres meses se los pasan en Torrevieja sin acordarse de lo que ocurre en su pueblo—, a pasearse por calles y plazas examinando con lupa el fallo para criticar en los medios de comunicación la gestión del alcalde de turno.
La clase privilegiada que critica y critica constantemente es, a mi juicio, la que menos debe protestar. Tuvieron la suerte de nacer, criarse, educarse, obtener un buen empleo, contraer matrimonio y tener hijos y nietos en Orihuela. Han tenido la fortuna de poder vivir siempre nuestras tradiciones, de disfrutar de su oriolanismo… y sin embargo, nunca se les ve satisfechos.
Tiene que ser la clase “menos privilegiada”, aquellos que tuvieron que abandonar la ciudad que les vio nacer por falta de un futuro laboral; o por no habérseles reconocido su valía; esos oriolanos ausentes son los que realmente aprecian el cambio tan positivo que ha experimentado nuestro pueblo. ¿Acaso se parece Orihuela a la de hace 30 ó 40 años?
El oriolano ausente ha tenido que hacerse a sí mismo, ha vivido en tierras extrañas para él, ha tenido que luchar y abrirse camino a base de demostrar lo poco o mucho que vale, no ha podido nunca servirse de su apellido, ni le ha protegido ni recomendado ningún padrino; ha tenido que renunciar a lo que le gustaba que era vivir en su pueblo con sus fiestas, tradiciones y amigos de la juventud, se ha tenido que amoldar a otras costumbres […]
Sin embargo, la clase privilegiada todo eso no lo ha pasado, pero critica y critica… Y yo me pregunto, ¿si también saben hacer las cosas, si tan preparados están, si tan maravillosos son, si tanto aman a Orihuela, qué les impide saltar a la arena política y solucionar ellos todos los problemas que denuncian?
Se ven muy bien los toros desde la barrera.
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