Barón Cameron, levántate y anda

David Cameron.

David Cameron. / EFE

Olga Merino

Olga Merino

Si uno teclea en Google el nombre de David Cameron, seguido del verbo tararear, aparece un vídeo la mar de elocuente sobre la naturaleza de la política. Nos remontamos al lunes, 11 de julio de 2016: con exquisito acento de Eton, el exprimer ministro británico anuncia ante las cámaras que dimite, tras haber perdido el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, y le pasa el testigo a Theresa May.

Acto seguido, sin caer en la cuenta de que aún lleva puesto el micrófono de corbata, el dimisionario líder de los tories encamina sus pasos hacia el portal número 10 de Downing Street, canturreando una melodía alegre, como si se hubiera liberado de un pedrusco enorme atado al cuello: «Tururú tu tuuu... Bien, ya está». La tonada generó un sinfín de especulaciones: que si pertenecía a la banda sonora de la serie El ala oeste de la Casa Blanca, que si Shostakóvich, que si una fanfarria wagneriana. Lo cierto es que la cancioncilla adolecía de un aire insufriblemente infantil en labios del premier, una inanidad que la emparentaba con el «naniano naniano» de los payasos de la tele cuando pergeñaban alguna chapuza.

Un error de cálculo o un exceso de arrogancia llevaron a Cameron a convocar la consulta sobre el Brexit –en el otro referéndum, el de Escocia, se salvó por los pelos–. Además, aplicó desde 2010 una política de austeridad estilo hachazo. Pero da igual. Desde el limbo de las tinieblas, el mandatario británico vuelve al ruedo como ministro de Asuntos Exteriores. ¿Algún pegote en el expediente? Qué más da. La política tiene memoria de pez y en ella no existe cadáver que valga: levántate, Lázaro, y anda. Que se lo pregunten a Puigdemont.

El juego de las sillas

El actual inquilino de Downing Street, Rishi Sunak, ha hecho un movimiento de ajedrez a la desesperada para centrar el partido de cara a las próximas elecciones generales –en las encuestas, la oposición laborista aventaja a los tories en unos 20 puntos–, desembarazándose así de una controvertida ministra del Interior que pugna por hacerse con el control del partido escorándolo hacia la ultraderecha. Suella Braverman ha acusado a la policía de favorecer las protestas pro-Palestina y ha llegado a decir que numerosos sintecho han elegido la calle «como un estilo de vida». En cualquier caso, el juego de las sillas, tú aquí, el otro allí, ha obligado a Sunak a descongelar a Cameron, un político de pedigrí conciliador.

Lo ha nombrado por el procedimiento de urgencia; es decir, invistiendo al expremier como miembro de la Cámara de los Lores, concediéndole la dignidad de una baronía de por vida. Pues sí, los métodos expeditivos abundan por doquier. Cuando aprieta el interés, en todas partes cuecen habas (y en mi casa, a calderadas).

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