De Varelas y Munillas

Alguien podrá pensar que con la Iglesia hemos topado pero lo cierto es que ha sido la Iglesia la que se ha topado con el siglo XXI. Y se adapta. O lo intenta. A pesar de las zancadillas de Varelas y Munillas.

José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante en la iglesia de La Inmaculada

José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante en la iglesia de La Inmaculada / Tony Sevilla

Bárbara Soler Torregrosa

Bárbara Soler Torregrosa

Cada 8 de diciembre Torrevieja conmemora con devoción a su patrona, la Inmaculada Concepción. Es una fecha señaladísima en el calendario; un día de júbilo y celebración. Sin embargo, el anuncio de que este año la misa iba a ser oficiada por José Ignacio Munilla, actual obispo de la diócesis Orihuela-Alicante, sirvió la polémica con antelación.

Munilla es un religioso ultraconservador conocido por sus ataques desmedidos al feminismo, llegando a decir que “alguien tendrá que explicar” por qué, según él, el número de mujeres asesinadas por violencia “doméstica” -niega la violencia de género- ha crecido desde que se separó el amor del sexo. Un obispo que ha acumulado durante años una serie de afirmaciones absolutamente demenciales acerca de la homosexualidad, a la que cataloga como una neurosis. Un pastor que alimenta la confrontación allá donde esta se encuentre y que fue a caer en nuestras tierras tras ser invitado a abandonar el Obispado de San Sebastián, dejando atrás una “diócesis destrozada” en palabras del cura de Azkoitia. Y es que aquí “lo recogemos todo” y, además, lo ensalzamos y lo idolatramos. Parece que más de uno se pondría del lado del meteorito si fuera dinosaurio.

La impresentable trayectoria del prelado fue suficiente para que el grupo municipal socialista decidiera no figurar en el protocolo institucional de la eucaristía. Un gesto simbólico pero necesario. Aquellos concejales que quisieron y pudieron hacer acto de presencia en esta tradicional homilía lo hicieron entre el resto de feligreses. Allí nos encontrábamos mis compañeros y yo cuando nos sorprendieron declaraciones bastante más propias de un mitin que de un sermón, situando políticamente a la patrona del lado “de España”. Por lo visto, algunos, sin saberlo, estamos del otro lado. No era la primera vez que el obispo hacía referencia al “grave peligro que corre la unidad de España”, un hecho nada sorprendente teniendo en cuenta los auténticos despropósitos a los que nos tiene acostumbrados, pero el momento elegido fue, si cabe, más grave.

Allí nos encontrábamos mis compañeros y yo cuando nos sorprendieron declaraciones bastante más propias de un mitin que de un sermón, situando políticamente a la patrona del lado “de España”. Por lo visto, algunos, sin saberlo, estamos del otro lado.

Bárbara Soler Torregrosa

— Portavoz del PSOE de Torrevieja

Que en el día grande de Torrevieja se venga a sembrar la discordia entre los torrevejenses es imperdonable. Y que se haga desde un púlpito, inconcebible. Que alguien se tenga que sentir incómodo o cuestionado por su ideología política en su parroquia, en la que ha comulgado, se ha casado, ha bautizado a sus hijos o ha despedido a sus seres queridos, no es de recibo.

Alguien podrá pensar que “con la Iglesia hemos topado” pero lo cierto es que ha sido la Iglesia la que se ha topado con el siglo XXI. Y se adapta. O lo intenta. A pesar de las zancadillas de Varelas y Munillas.

Un obispo que elige de manera sistemática el enfrentamiento entre sus fieles en lugar de la conciliación merece una respuesta categórica tanto de estos como de los propios religiosos. La tuvo en su anterior destino y debe tenerla en este. Porque lo que consentimos se acaba normalizando y aceptando. Porque las sinrazones ante las que callamos se repiten y se difunden de forma tan veloz en los tiempos que vivimos que se vuelven dogmas en un abrir y cerrar de ojos. Porque los homófobos y los enemigos de las mujeres siempre nos encontrarán de frente.