Los Premios Iris

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Que los Premios Iris, que concede la Academia de las Artes y las Ciencias de la Televisión, hayan celebrado su 25 edición sin que ninguna cadena retransmitiese la gala conmemorativa es toda una paradoja. ¿Será por canales? No es mi deseo quedar mal con nadie. Mucho menos con la presidenta de la institución, la tenaz María Casado. Pero no me negarán que algo falla para que semejante evento no encuentre quién lo transmita. Ni siquiera las televisiones autonómicas.

Seguí la gala atentamente por YouTube. El mejor momento lo protagonizó Pedro Piqueras, premio a toda la trayectoria. Su discurso fue emotivo, inteligente y medido, así como el de su hijo, salido del corazón.

No estoy de acuerdo con muchas de las nominaciones, pero señalar es de mala educación. Solamente citaré, por alusiones, el premio que concede la crítica televisiva y la prensa especializada, que recayó en Amar es para siempre. El hecho de que una serie diaria longeva esté a punto de despedirse puede ser motivo de un homenaje o reconocimiento, pero estimo que la crítica debe arriesgar y defender los formatos más valientes o atrevidos, del mismo modo que los jurados de la crítica en festivales de cine hacen lo propio.

Un país que a estas alturas del siglo XXI no posee ni un Museo Nacional de la Televisión en condiciones (en 2026 el medio cumplirá 70 años en nuestro país) ni un Museo del Cine Español muestra bien a las claras lo que el Ministerio de Cultura (cuando lo ha habido) se ha implicado en el audiovisual, que debiera ser prioritario en su negociado. Los académicos, desde Hermida a Mercero, Ignacio Salas y Manuel Campo Vidal, pusieron mucho de su parte. Pero falta implicación institucional.