Terror fuera de campo

Jonathan Glazer, Calparsoro, terror demoníaco y comedia romántica en la cartelera.

Jonathan Glazer, Calparsoro, terror demoníaco y comedia romántica en la cartelera. / INFORMACIÓN

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Dichosos los que se enfrenten al visionado de esta película sin tener ni la más remota idea de lo que van a encontrar y sientan el efecto sorpresa. A estas alturas es prácticamente imposible. Porque la obra de Jonathan Glazer, desde que se presentó en el Festival de Cannes logró entrar en la gavilla de esos doce títulos imprescindibles de la temporada que, gusten más, gusten menos, están en boca de todos y arrasarán con todos los premios.

Se trata, para dejar muy claro el planteamiento, de rodar a la manera de ‘Gran Hermano’ la vida plácida en la casa de la familia de un comandante del campo de concentración de Auschwitz, a la que un muro de tres metros separa de un horror que nunca vemos. El rodaje se desarrolló con cámaras ocultas en todas las estancias del palacete, y nunca se usó el primer plano. De la misma manera que asistimos en planos generales en estampas bucólico-pastoriles de los miembros de la familia retozando a la orilla del lago y en los jardines próximos a la vivienda. Todo completamente intencionado. Como esos fundidos a negro que se hacen eternos y que enfatizan de principio a fin las ínfulas de Jonathan Glazer a la hora de subrayar la importancia de la obra que, como creador, nos está ofreciendo. ‘La zona de interés’, adaptación libre de la novela de Martin Amis, está planteada como artefacto cinematográfico al que a los diez minutos de proyección se le ve su intención: epatar a jurados de festivales importantes. Los espectadores de a pie somos víctimas colaterales del experimento.

Dado que nos encontramos en el pórtico del año, diría que ‘La zona de interés’ viene a ser la cara B de ‘Los que se quedan’. Mientras la apuesta de Alexander Payne es la exaltación humanista de la bondad, la de Johathan Glazer decide ponerle un marco de oro a un cuadro dedicado a la banalidad del mal y al horror.