Tiene que llover

En la sala de operaciones

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Leo con interés a Quian Quiroga, el investigador que acaba de publicar «Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia» donde juega con el tránsito de la ficción a la vida real fijando su mirada en cintas como «2001: una odisea en el espacio», «Abre los ojos», «Origen» o «Desafío total» y el hecho de que aquellas historias producto de la fantasía que parecían inverosímiles de obtener hoy están a nuestro alcance. Aunque he visto todas esas películas no se trata ni de lejos de mi género favorito. En la sala de operaciones del proyector me inclino por cualquiera en la que salga Cary Grant, «Centauros del desierto», del año en que nací, «Casablanca» y por supuesto «Con faldas y a loco». Para identificar tales avances prefiero las verdades del barquero desde que el profesor Carlos Belmonte me cogiese por banda y advirtiera que dejara de señalarme el corazón porque todo, absolutamente todo anida en el cerebro. En el suyo desde luego, porque hay otros...

   Es tanta la relación del autor de la obra con el cine que uno de sus estudios se denomina «Neurona de Jennifer Aniston» porque no es que responda a un estímulo visual o porque lleva el pelo de esta manera, responde a la actriz muestre lo que muestre de la misma. Cuesta creerlo, pero debe ser así aunque a mí la vertiente de su óptica que más me ha interesado es otra. Por una parte sostiene que la inteligencia artificial «anda lejísimos de acercarse» a la humana y no puedo ocultar, lo siento, que me produce sensación de tranquilidad pensando en que, cuando la alcance, el de ciencia ficción seré yo. Y por otra, su teoría acerca de que la clave del funcionamiento de la inteligencia humana no estriba en lo que recordamos, sino en la cantidad que olvidamos: «Yo creo que el olvido define la inteligencia humana, es la característica esencial de ella». Se trata de una tesis que me ha proporcionado un subidón difícil de describir. Me he dicho: con la memoria que tengo a ver si resulta que... También es cierto que Rodrigo Quian es argentino. Pero, bueno. Ya se me ha olvidado.