El órdago de Feijóo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un mitin en Galicia.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un mitin en Galicia. / Carlos Castro

Antonio Balibrea

Antonio Balibrea

Pudiera ser que alguien haya hablado demasiado. Siempre cabe atribuirlo a una mala interpretación. Quizá ha sido una «explosión controlada». También se habla de ponerse la venda antes de la pedrada. Y así sucesivamente. Habiendo vivido algunas campañas electorales no creo, en absoluto, que haya sido una casualidad, hay una clara intencionalidad política cuando Feijóo de forma planificada hace públicas sus conversaciones y meditaciones en torno a indultos y amnistía con Junts, Puigdemont incluido. Feijóo tiene mucha experiencia en campañas electorales y con resultados favorables para él. Desde estas premisas, mi interpretación es que es un auténtico envite para hacerse de una vez con el control y la dirección del PP sin que el clan madrileño -Ayuso, Miguel A.Rodríguez, Esperanza Aguirre, Aznar y el lobby mediático- le marquen el paso y la dirección. O que lo tiren. La alternativa es encabezar, y ganar, una moción de censura al gobierno de Pedro Sánchez.

«No hay puntada sin hilo» era el titular de esta columna el día 4 de noviembre. Veinte días antes en el Forum Europa de Barcelona Feijóo reconocía que hubo conversaciones «Junts quiso hablar y era mi responsabilidad contactar», explicó. Y puso en duda que a la derecha catalana de Junts les fuera bien «la política económica, social, de servicios públicos, fiscal e industrial» del gobierno de coalición PSOE-Sumar. Ya en el mes de agosto Esteban González Pons desbrozó el camino, «Junts es un partido cuya tradición y legalidad no están en duda». De poco sirvieron los cantos de sirena, Pedro Sánchez fue elegido presidente de Gobierno el 16 de noviembre con los apoyos de Junts y del PNV, entre otros. Los nacionalistas vascos ya habían advertido al PP que no respaldarían un gobierno con Vox dentro, y su portavoz Aitor Esteban dejó el precedente «algún día contaré lo que nos ofreció el Partido Popular» -se ha comentado que el ministerio de Industria-. Ahora ha seguido la consiguiente advertencia de Puigdemont «todo se sabrá». En mi opinión el voto en contra de JuntsxCat a la Ley de Amnistía los populares lo han interpretado como debilidad, y como una posibilidad de que voten con el Partido Popular en una posible moción de censura. Los expedientes judiciales por terrorismo en la Audiencia Nacional, y por traición en Barcelona, contra Puigdemont y la cúpula de su partido han aumentado la presión sobre los independentistas. «Todo se sabrá» y, seguro, no habrá que esperar a los libros de historia.

Las «confesiones» muy contritas -en una comida con dieciséis periodistas el pasado sábado- de Alberto Núñez Feijóo en las que el líder del Partido Popular abrió la puerta a indultar a Carles Puigdemont, sopesó la amnistía o cuestionó que pueda atribuirse al expresidente de la Generalitat algún delito de terrorismo. Es una llamada en toda regla a Junts a cambio de los indultos, quién sabe si de la amnistía, y probablemente levantar la presión judicial tan «inoportuna» en estos momentos. ¿A cambio de qué? De los siete votos que darían la mayoría a la derecha en una moción de censura contra el gobierno de Pedro Sánchez. PP (137), Vox (33), UPN (1) y Junts (7) suman 178, dos por encima de la mitad mas uno. Un gobierno de Núñez Feijóo, en el que no estaría presente Vox, y al que no tendría más remedio que apoyar.

Las conversaciones sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial en las que estaban mediando el Comisario Europeo de Justicia, Didier Reynders, y que debían terminar en abril se han suspendido por la «indisposición» de Esteban González Pons. Un nuevo CGPJ variaría la relación de fuerzas, con cinco años de retraso, en el Poder Judicial y en el conjunto de la Administración de Justicia con las consiguientes réplicas y desplazamientos tectónicos.

En mi opinión, Feijóo ha planteado un auténtico órdago -la palabra procede del euskera significa «ahí está»-, pero el apoyo sería un «envit» catalán, más que un envite, porque necesita la presidencia del Gobierno y demostrar que manda en su partido por encima de algunos caciques regionales o históricos. Si pierde Galicia, o plantea una moción de censura urgentemente o no podrá resistir la presión de los suyos. Si gana, saldrá reforzado dentro y fuera del PP.

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