Gracias a los procuradores, la justicia funciona

Fachada del edificio de los juzgados de Benalúa en Alicante.

Fachada del edificio de los juzgados de Benalúa en Alicante. / Hector Fuentes

Luis Beltrán Gámir

Luis Beltrán Gámir

Empezaré con la mítica Sympathy for the devil de los Rolling: Please allow me to introduce myself (por favor, permíteme presentarme). Soy procurador de los tribunales. "¿Procuraquéeeeeee?¿Eso qué es?" Amigo lector, sé sincero. Llevas tiempo leyéndome, pero, ¿te preguntaste alguna vez cuál es exactamente mi trabajo? "Mmmmm, si es algo de los tribunales, pues trabajarás en los juzgados".

Lo cierto es que nuestra profesión es completamente desconocida para el españolito medio. Incluso quien necesita pleitear por distintos motivos: debe divorciarse, reclamar un impago, incapacitar a su tía de Novelda, deshauciar al inquilino que no abona la renta, sabe que tiene que apoderar a un procurador "porque el abogado me lo ha dicho", pero ignora exactamente cuál es la función de ese profesional. Como dice el LAJ de Fuenlabrada Álvaro Perea González, en un proceso civil, somos imprescindibles, y, con lo saturada que está la justicia, potenciar nuestra figura es inaplazable.

Los procuradores somos licenciados en derecho (aunque en algunos pueblos aún quedan grandísimos profesionales que no tienen el título). "Ahhhhh, entonces eres abogado". Hay una confusión muy común entre ser licenciado en Derecho y ser abogado, mucha gente cree que, cuando terminas la carrera, ya eres automáticamente abogado. Pues no, acabas tus estudios y te colegias, como letrado, o como Procurador de los Tribunales, salvo que optes por opositar u otra especialidad. "Vale, ya me voy enterando, pero, exactamente, ¿qué hacéis? Porque, cuando tengo un problema, voy al abogado directamente".

Nosotros representamos a las personas o entidades ante los tribunales. Presentamos los escritos, recibimos las notificaciones, percibimos las cantidades que se recuperan, acompañamos (y en ocasiones llevamos) a los funcionarios a hacer alguna diligencia en la calle,cumplimentamos mandamientos en diferentes registros, participamos en subastas, publicamos edictos, abonamos tasas judiciales y depósitos, consultamos la cuenta del juzgado para ver si hay dinero embargado. Incluso emplazamos a la parte contraria, sin necesidad de intervención del Juzgado. Impulsamos el procedimiento, controlando los plazos, además de otras funciones. Es decir, actuamos en nombre de la persona o entidad, que, de otro modo, no sabría o no tendría medios para hacerlo. "¿Y eso porque no lo hace el abogado?". Pues porque no es su función. Y, si no es de Alicante, ni te cuento... Realmente, el letrado no sabe hacer este trabajo. ¿Le pedirías al cirujano que anestesie al paciente? Cada uno domina un campo, y, juntos, formamos un tándem perfecto. Nuestros conocimientos procesales han sacado de más de un problema a algún abogado, reforzamos la dirección técnica. "Procuramos" que todo vaya bien, a cambio de unos honorarios muy inferiores a los del letrado, que, cuando tiene un buen procurador, tiene un tesoro.

Escuché a Ricardo Molina Sánchez-Herruzo explicar que el abogado es como el arquitecto. En su despacho dibuja unos planos estupendos para hacer un edificio (el letrado en su oficina redacta una demanda), pero luego a la obra, a diario, va el aparejador (al juzgado va el procurador). Por hacer un símil futbolístico, el procurador es un centrocampista defensivo que luce poco, un habilidoso extremo regateador que centra con precisión para que el delantero centro (letrado) meta gol y se lleve la gloria. Es ese jugador imprescindible para cualquier equipo. Como ya os conté tangencialmente en mi artículo más personal (“Vivir lejos de los focos”), somos, como cantaba M Clan, “el eterno actor secundario”.¿ Alguien imagina El padrino sin John Cazale? Inolvidable Fredo. Secundarios, pero imprescindibles para que la justicia funcione.

Somos alemanesandaluces, organizados y metódicos en nuestra oficina, y simpáticos y dicharacheros en el juzgado.

Tenemos trato directo con los funcionarios, somos un intermediario entre el letrado y el juzgado. De ahí la importancia, según mi modesto criterio, que los abogados trabajen con procuradores de la plaza. No tiene sentido contratar a un procurador de Madrid, por muy barato que te cobre, para llevar un pleito en Alicante. Lo barato cuesta siempre caro, y ese procedimiento se va a eternizar, ya que no hay contacto personal con quién lleva el asunto. Un procurador de fuera no solventa problemas. Nunca conocerá además las pequeñas costumbres de cada juzgado, y esas gestiones que hacemos a diario los que somos de aquí, pretenderá resolverlas por teléfono, con un resultado catastrófico.

Por no hablar que, si alguien te debe dinero, quién de verdad domina el procedimiento, y sin necesidad de un letrado, es el procurador. Somos auténticos especialistas en ejecuciones dinerarias, además que usamos a la perfección todos los medios telemáticos e informáticos. Muchas veces los juzgados piden que se presenten los escritos de una determinada manera, y los abogados no tienen ni

idea de cómo hacerlo, porque, realmente, no es su trabajo, ya que para eso estamos nosotros.

Acabaré recomendando a los suscriptores de INFORMACIÓN que lean la entrevista que le hizo Mercedes Gallego a nuestra decana, Pilar Fuentes Tomás, y que complementa todo lo aquí expuesto. Entrevistada y entrevistadora estuvieron sublimes.