Opinión

8M: Avanzar en igualdad

Una imagen de las instalaciones de la Casa de la Dona en Elche

Una imagen de las instalaciones de la Casa de la Dona en Elche / INFORMACiÓN

Cuando, hace ahora poco más de 45 años, se aprobó la Constitución española, la tasa de empleo de las mujeres -es decir, el porcentaje de mujeres en edad laboral que contaban con un puesto de trabajo- era sólo del 25,58%, mientras que esa misma tasa entre los hombres alcanzaba el 70,31%. Hoy, esa realidad ha cambiado sustancialmente, pues, mientras que la tasa de empleo de los varones permanece prácticamente en los mismos niveles de 1978, la de las mujeres se ha incrementado en 35 puntos, hasta llegar al 60,5%.

He querido comenzar con estos datos mi reflexión ante el Día de la Mujer de 2024, porque me parece que son muy expresivos. Reflejan la profunda e injusta situación de desigualdad entre hombres y mujeres que había en los inicios de nuestra transición a la democracia, y reflejan también el enorme avance que hemos sido capaces de conseguir a lo largo de este casi medio siglo, del que hemos de sentirnos profundamente orgullosos, y que hemos de poner en valor.

No obstante, ello no significa que el camino hacia la plena igualdad entre hombres y mujeres se encuentre concluido. Queda, por el contrario, todavía mucho por hacer. Queda mucho por hacer porque la tasa de temporalidad en el empleo es siete puntos más alta entre las mujeres que entre los varones. Queda mucho por hacer porque, aunque hemos alcanzado tasas de incorporación al empleo de las mujeres muy próximas a las de los varones, casi un 30% de las mujeres que trabajan tienen contratos a tiempo parcial. Queda mucho por hacer porque sigue siendo más difícil para las mujeres que para los hombres alcanzar puestos directivos, especialmente en las empresas privadas. Y queda mucho por hacer, sobre todo, porque las mujeres se encuentran más expuestas que los hombres al acoso y a la violencia, y la cifra de 57 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas durante el año 2024 no puede dejar indiferente a nadie.

Hemos de seguir esforzándonos, pues, para alcanzar una plena igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los ámbitos, y para lograr la plena erradicación de la violencia contra la mujer. Y estos han de ser objetivos en los que todas las Administraciones públicas, y toda la sociedad civil en su conjunto, vayamos de la mano y demostremos el más firme compromiso.

Por ello, y como alcalde de Elche, quiero agradecer públicamente el trabajo que realizan las funcionarias municipales de la Casa de la Dona y del Servicio de Atención Integral a la Mujer, servicios ambos que hemos reforzado con la incorporación de un mayor número de empleados. Gracias a ellas, y desde la convicción de que la forma más eficaz de promover la cultura de la igualdad es transmitiéndola a los más jóvenes, el Ayuntamiento de Elche está impartiendo en los centros educativos talleres de promoción de la igualdad, de prevención del consumo de pornografía y de prevención de la violencia digital. Asimismo, hemos elaborado un Plan de Prevención de la Violencia Sexual en locales de ocio, y próximamente se impartirán jornadas de formación para los establecimientos que deseen adherirse y ofrecer de esta forma entornos de ocio en que las mujeres puedan sentirse más seguras. Desde el SAIM se presta seguimiento a 135 mujeres víctimas de violencia que cuentan con un dispositivo de alerta para que puedan ser asistidas en todo momento, y vamos a poner en marcha talleres destinados a las usuarias de este servicio, con la finalidad de mejorar su autoestima y sus habilidades sociales y de esta forma ayudarles a salir de las situaciones de dependencia de sus maltratadores. Asimismo, muy pronto será una realidad el Centro Mujer 14 horas, gestionado por la Generalitat Valenciana, que se instalará en el Centro Social Altabix Universidad, en el que hemos realizado en las últimas semanas obras de adecuación para garantizar la privacidad de las usuarias.

Pero todos estos son sólo pequeños pasos. La meta que nos planteamos es ambiciosa, y exige la concienciación de toda la sociedad civil. Hemos de lograr que hombres y mujeres disfrutemos realmente de idénticas oportunidades, y que el respeto a la dignidad de la mujer -de toda persona humana- sea el principio rector de toda nuestra convivencia social.