Opinión

Misceláneas de la Semana Santa Oriolana

En tiempos pretéritos, con la llegada de la primavera, comenzaban a redoblar tambores, las cornetas se limpiaban con “Sidol,” los “armaos” sacaban brillo a sus metálicos cascos y armaduras; “El Peregilero” anunciaba con su gran bocina la llegada de la Hebdómada Grande, y los dos grupos de Cantores de la Pasión interpretaban por la madrugada en calles y plazas sus luctuosas melodías. Los escaparates anunciaban con sus coloridos carteles actos de cofradías, mayordomías y hermandades; las casetas de venta de caramelos se instalaban por doquier. Eran los prolegómenos de la Semana Santa en Orihuela.

La Semana Santa que yo recuerdo de niño era muy significativa para mí, la esperaba todos los años ávidamente, era sinónimo de luz, color, aroma a azahar, capas al viento, música, caramelos y un sinfín de sensaciones que marcan para siempre a quienes la hemos vivido desde los primeros años de nuestra vida.

Algunos personajes de entonces son recordados todavía con cariño por mucha gente de mi generación, nombrar a alguno de ellos puede significar para ciertas personas minimizar la “fama” de otros; pero no es esa mi intención. Es sabido la cantidad de gente importante y buenos profesionales que ha dado siempre este evento cívico-religioso en nuestra ciudad. Hoy me voy a referir a unos cuantos sin olvidar a los demás.

El más humilde de todos, el gran Antonio García “Pitoto”, tenía gracia desfilando y era muy querido por todos. Luis Boné, Emperador de la Centuria Romana, de oficio sastre, era un hombre corpulento y muy vocacional en lo que hacía, el año que estrenó como novedad una cuadriga tirada por cuatro corceles blancos fue espectacular; trabajaba con ahínco durante todo el año por mejorar y dar más vistosidad y realce a los “armaos”. Ramón Navarro “El Rondollo” y su hermano Carmelo; Antonio Vicea; Francisco Montero: Saturnino Tafalla “Nino”; Julio Sabuco; Eduardo López; Pedro A. Gómez; Luis Gas; José Pertegal “Roni”; José Pérez “El Tío José”, Enrique Luna. […]

Josete, otro hombre modesto, salía de armado y tocaba el tambor como nadie, era capaz de pasar todo el tiempo del desfile procesional redoblando la caja sin parar, lo hacía con tal naturalidad que parecía que sus manos eran mágicas.

Todos los mencionados anteriormente, y muchos más, pertenecientes a la Centuria Romana o “Armaos” en distintas épocas.

Otro personaje singular de antes era María “La Carrisa”. Esta mujer era de profesión aguadora, trabajaba con un carruaje que transportaba cántaros de agua desde la fuente de San Francisco hasta los domicilios de sus clientes, desfilaba en la Mayordomía de los Dolores y salía de mantilla la primera de la fila izquierda. El mérito de esta señora consistía en que, durante todo el año, como trabajadora de un oficio duro, —tenía que manejar los animales de tiro de su carruaje, cargar con los cántaros etc. — Iba con aspecto descuidado, sin embargo, al llegar el Domingo de Ramos, era una de las mantillas más elegantes y de las que mejor desfilaban. Parecía tocada por la varita mágica de su hada madrina. Lo estuvo haciendo hasta muy avanzada edad, todo el mundo la admiraba y la quería.

Voy a mencionar como colofón a una persona desaparecida, de cuyo dolor aún no nos hemos recuperado: Conchita Martínez Marín, En 1996 fue la primera mujer en la historia que glosó el pregón de Semana Santa. Oriolana de pro, escritora y poeta, incansable colaboradora de todo lo relacionado con su querido pueblo y, en especial, de su Semana Santa.

La Semana Santa de Orihuela es una de las más notables de España. Fue declarada de Interés Turístico Internacional en el año 2010, y con la figura del Caballero Cubierto, así como el paso de “La Diablesa”, el canto de la Pasión y otras singularidades, la hacen única en el mundo.