Opinión

¿Tiene ya algo de credibilidad el Tribunal Penal Internacional?

Sí, ¿le queda un mínimo de credibilidad al Tribunal Penal Internacional cuando dicta órdenes de busca y captura contra dos comandantes de las Fuerzas Armadas Rusas por la destrucción de infraestructuras civiles en la invadida Ucrania?

¿No resulta chocante, por no decir escandaloso, que ese tribunal, cuyo fiscal jefe es el abogado británico Karim Khan y que ya emitió antes una orden de detención contra Vladimir Putin, no haya movido, sin embargo, un dedo en relación con el genocidio de Gaza?

El TPI justificó la medida contra el presidente ruso tras acusarle de secuestran a niños en una zona de Ucrania sometida a constantes bombardeos por parte del Ejército de Kiev para trasladarlos a Rusia y allí supuestamente adoctrinarnos."

Pero Israel lleva asesinados a cerca de treinta y ocho mil palestinos sólo en la franja de Gaza, entre ellos más de doce mil menores, a los que hay que añadir los centenares muertos o heridos por el Ejército o los colonos israelíes en la Cisjordania ilegalmente ocupada.

¿No tiene nada que decir ese tribunal con sede en la Haya de semejantes crímenes contra el derecho internacional, incluidas las convenciones de Ginebra, que garantizan protección a los civiles, también en los territorios ocupados?

Nada tiene extraño que varios Estados africanos decidiesen hace ya tiempo abandonar el TPI , aduciendo su marcado sesgo colonialista, que hace que haya abierto procesos sobre todo contra políticos del continente negro, pero nunca contra los occidentales responsables de crímenes de guerra.

La falta de condena a estas alturas de un Estado como Israel, que viola una tras otra todas las resoluciones de la ONU, clama al cielo y muestra la tremenda hipocresía de muchos gobiernos.

Hipocresía como la de los Estados Unidos del demócrata Joe Biden que ordena a su Ejército del aire arrojar raciones de comida sobre Gaza para aliviar la hambruna de la población mientras proporciona al Estado sionista las armas con las que continuar su masacre de la población árabe.

Dicen que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no hace ningún caso al presidente de EEUU cuando éste le recomienda “proporcionalidad” en su operación de castigo contra los “terroristas” de Hamás.

Pero bastaría que el Gobierno de Washington suspendiese su masiva ayuda militar y económica a un Estado que se ha situado prácticamente desde su fundación en 1948 al margen de la legalidad internacional para que éste se viese obligado a suspender la masacre.

Pero ocurre que no quiere o puede: el poderoso lobby israelí, denunciado en un documentado libro por el profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer (1), se encarga de impedirlo.

Mientras tanto, una muestra más de nuestra hipocresía, los organizadores de Eurovisión debaten si aceptar o no la canción “October Rain” (Lluvia de Octubre) por su alusión al ataque de Hamás contra Israel.

¿No debería Eurovisión suspender sin más contemplaciones la participación de Israel en ese certamen musical en castigo por su campaña genocida? ¿No debería haberlo hecho ya mucho antes pues ésa no empezó, ni mucho menos, el 7 de octubre?

(1) “El lobby israelí y la política exterior de EEUU”, de John j. Mearsheimer y Stephen M. Walt (Ed. Taurus)

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