Opinión | Tribuna

Marcos Martinón-Torres

Los guerreros de terracota de Luis Ivars

Alicante se despide de los Guerreros del Xi´An con cifras récord para el MARQ

Alicante se despide de los Guerreros del Xi´An con cifras récord para el MARQ / INFORMACIÓNTV

¿Se imaginan la escena de la ducha en Psicosis sin los chirridos del violín de la suite de Bernard Hermann? ¿O a Supermán salvando a Jane sin la heroica melodía de John Williams? A mí me sucede lo mismo con la banda sonora original de la exposición que trajo a los guerreros de terracotta de Xi’an a Alicante, y para la que tuve el privilegio de servir como comisario.

La buena música tiene la capacidad de elevar nuestras experiencias a otra dimensión. Sobre ella se asientan tanto el mensaje de fondo como el impacto emocional. Por eso supe desde el principio que una exposición de este calibre necesitaba una banda sonora especial, pero que eso significaba también trabajar con un compositor con tanta ilusión como exigencia. ¿Cómo elegir una música que todavía no existe? Quería algo que evocase al mundo chino sin caricaturizarlo, y que tuviese elementos europeos también, para ser universal. Imaginaba instrumentos tradicionales, pero melodías nuevas. Me apetecía también sorprender a los visitantes con una exposición de arqueología y pasado, que incluyese sin embargo música electrónica moderna. No sin cierta arrogancia, creía tener claro lo que quería.

Y entonces apareció Luis Ivars, que supo capturar la esencia de la exposición, multiplicarla, y convertirla en notas musicales. Su música arropó a cada objeto y a cada uno de los 280.000 visitantes, integrándose con el espacio, adaptándose a la narrativa, evolucionando con una versatilidad magistral. Además, con la banda sonora, Luis nos regaló temas icónicos e imborrables. Con tanto talento como paciencia, creó, recreó y refinó una partitura singular de la que, sin ser músico, me hizo sentir partícipe.

A través de su música, hoy puedo revivir la expectación que trepida justo a la entrada a la exposición. Los acordes aceleran de nuevo mi pulso con la violencia de las batallas, y me aguijonean con el sufrimiento de los trabajadores forzados que construyeron el mausoleo imperial. Sin salir de mi casa, me reconforta la paz de un palacio, para después trascender a un mundo solemne de muertos vivos. Acompañado por una melodía que sigue arrancándome lágrimas, vuelvo a encontrarme en una sala desnuda en la que estamos solos los soldados eternos y yo. Ya nunca podré ver a estos guerreros en Xi’an sin que suene esa música en mi cabeza.

Para los que tuvimos la fortuna de visitar la exposición, esta banda sonora funcionará siempre como activador de memorias. Para cualquier persona sensible a la música, este disco nos ofrece una combinación única de temas orquestales, momentos estelares de litófonos y metales, voces sorprendentes, melodías evocadoras, y un guzheng increíble, tocado por Meiling Liu bajo inspiración ivariana, que merecidamente pasará a la historia de la música.

El día de la inauguración, tras completar la primera visita oficial con la delegación china, entre otras personalidades, el ministro de Cultura de China se dirigió a todos nosotros y proclamó: «Enhorabuena. Se puede aprender mucho de la creatividad española». Creo que pronto escucharemos música en los museos chinos.