Opinión

Gobernabilidad en año de elecciones

Pleno en el Congreso para la aprobación de la ley de amnistía

Pleno en el Congreso para la aprobación de la ley de amnistía / Zipi

Las elecciones son la fuente de legitimidad y gobernabilidad en los países democráticos. 2024 es un año sembrado de elecciones. Unas porque correspondían ya al cumplirse el mandato, y otras porque las instituciones reclaman el respaldo de los ciudadanos para mantener su capacidad de gobierno y aplicar sus programas. El año pasado en España tuvimos elecciones locales, autonómicas, y generales y de ellas han surgido, en elección indirecta, los respectivos gobiernos, de coalición en la mayoría de los casos. En la derecha con los pactos PP- Vox, o en la izquierda PSOE y Sumar. Unos u otros con el apoyo de partidos nacionalistas de ámbito comunitario. En este año ya hemos celebrado las elecciones gallegas, el mes que viene tenemos las del País Vasco el día 21, seguirán las elecciones en Cataluña el 12 de mayo, el 9 de junio las europeas. Seguidas todas de las elecciones de los respectivos presidentes y gobiernos o Comisión Europea. En noviembre se celebrarán en USA- presidenciales y parciales al Congreso y Senado- fundamentales para el gobierno del mundo. En unos casos son elecciones por finalización del mandato, caso de las municipales y autonómicas del año pasado, o europeas y norteamericanas, éste. En otros son adelantadas, en más o menos semanas, caso de las generales del año pasado o este año las gallegas, las de Euskadi y las catalanas convocadas esta misma semana. No incluyo en este catálogo electoral las elecciones en Rusia donde la oposición ha sido físicamente eliminada por Putin.

Las convocatorias de elecciones ordinarias o adelantadas son siempre una apelación a la legitimidad. Esta deriva de la soberanía popular y permite al gobierno o a los gobiernos ejercer sus funciones y llevar adelante sus políticas con eficacia y legitimidad. Es lo que llaman la gobernabilidad, que permite realizar distintas políticas de una manera considerada legítima por los ciudadanos. Estos permiten así el ejercicio de la voluntad política del gobierno. La gobernabilidad no es solo del Ejecutivo, la gobernabilidad es necesaria en todos los órganos del Estado desde los ayuntamientos, las comunidades autónomas, los gobiernos, las Cortes Generales, o el Consejo General del Poder Judicial. Solo la gobernabilidad les permite cumplir las funciones que les atribuye la Constitución. La gobernabilidad deriva de la soberanía popular manifestada en las elecciones democráticas.

Las Cortes son responsables de la gobernabilidad de la Administración de Justicia y ante el bloqueo- por parte del PP- de la elección del nuevo Consejo General del Poder Judicial. El Congreso debería proponer la modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en el sentido de autorizar a que, pasado un tiempo razonable, se puede elegir el Consejo General del Poder Judicial por mayoría simple; y no por los tres quintos actuales. Así, nadie podría seguir bloqueando el funcionamiento de la justicia. En este año sin excusa, ni pretexto, debe elegirse también el nuevo CGPJ. La mediación del comisario de Justicia de la Unión Europea, Reynders, termina este mes en la próxima reunión a celebrar en Madrid. No caben más excusas.

En todos estos procesos electorales desde el presidencial norteamericano hasta las autonómicas hay un argumentario de la extrema derecha. Describe la situación, sea cual sea, como desastrosa, de ilegitimidad, de miedo a la inmigración, de “creciente delincuencia”, de búsqueda del aislacionismo como “bálsamo de Fierabrás”. Esas y otras mentiras se plantean desde el victimismo; se presentan perseguidos por los poderes legítimos democráticos, mientras niegan la legitimidad con argumentos autoritarios. No en vano en los cuatro años de presidencia de Trump le contabilizaron en el Fast Checker del Washington Post 30.573 falsedades, o su equivalente veintiuna afirmaciones falsas por día. Aún sigue negando que perdiera las elecciones; como Aznar niega que el 11-M fuera un atentado de Al Qaeda. En ambos casos querían negar la legitimidad de los resultados electorales.

También ha habido otras elecciones importantes en España, las de presidente de la Conferencia Episcopal en la Iglesia Católica y ha resultado elegido el obispo de Valladolid, monseñor Argüello (Sobre monseñor Argüello ya escribí en INFORMACIÓN. Los pobres y el obispo. 25-IV-2020). Sólo los obispos eligen al presidente. Eso es algo que pretende cambiar Francisco en el Sínodo, que culmina este año, apelando a la participación de organizaciones eclesiales, órdenes religiosas y seglares. La presencia de las mujeres en las futuras elecciones y dirección de la estructura de la Iglesia será toda una revolución. Sin duda, esos probables cambios dotarán de mas legitimidad a la dirección de la Iglesia, facilitando su gobernabilidad. ¡Ojalá! ¡Inshallah!, o lo que es lo mismo: ¡Si Dios quiere!