Opinión

El jurado inverosímil

El expresidente de EEUU Donald Trump, en el juzgado.

El expresidente de EEUU Donald Trump, en el juzgado. / EFE

No conozco a nadie que quiera formar parte de un jurado popular. Existir deben existir pero yo no me los he cruzado. Ahora bien, si por lo que sea, la judicatura neoyorquina decidiera cubrir una de las plazas de los miembros que han de juzgar a Donald Trump con alguien residente fuera de las fronteras estadounidenses, por aquí habría tortas. Menuda atracción de visita por Manhattan.

   Porque el caso es que los encargados de reclutar al grupo de 12 componentes se las están viendo y deseando para poder seleccionar a los que puedan considerarse aptos. Del primer centenar que desfiló más de la mitad fue excusado de inmediato al corroborar a mano alzada que no podrían ser justos e imparciales en el proceso abierto, contra el candidato a volver a dirigir los destinos del país, por 34 cargos dentro de delitos relacionados con los pagos un mes antes de las elecciones del 16 a la estrella porno Stormy Daniels para silenciar el enredo de una relación sexual. No debe ser fácil encontrar a un tipo más seductor para tomar las riendas de la Casa Blanca. Un magnate que toma los juzgados a bordo de una flota de cochazos negros y penetra en los mismos con tal de agarrar un micrófono donde colocar ante las cámaras esa cara repleta de furia y de bolsas que se extienden desde el nervio ocular hasta el guiño a Wall Street en el afán por dejar clarito que todo lo que ocurre allí es obra del rival que espera en noviembre. Qué manera de quitarse méritos.

   Por mucho que sean quinientos los convocados no va a ser fácil quedarse con docena y media, suplentes incluidos. ¿Quién puede mostrarse imparcial ante un espécimen así? ¿De qué pasta hay que estar hecho para que te dé igual ocho que ochenta tratándose de un personaje que toda la trayectoria se la ha labrado a base de no dejar indiferente a nadie? Dado que es la primera vez que se juzga vía penal a un expresidente y que el magistrado lleva por nombre el de Juan Merchan mantengo la esperanza de que nos haga hueco. Y si es para Broncano, qué le vamos a hacer.