Opinión

La calle Castaños

La calle Castaños

La calle Castaños / Juan Carlos Padilla Estrada

-¿Te has enterado, Pa?

—Pues, no sé qué decirte. Me he enterado del resultado del festival de Eurovisión, de los avances en la guerra de Oriente Medio, de la extinción de siete especies en Betelgeuse…

—Te hablo de algo mucho más prosaico: En Alicante, una sentencia judicial ha dado la razón a los vecinos de la zona de la calle Castaños, considerando que el nivel de ruido vulnera sus derechos. La calle Castaños va a tener que establecerse como zona acústicamente saturada, lo que agrada a los residentes e indigna a los hosteleros.

—Como siempre, se trata de una colisión de derechos en los que ambas partes tienen una parte de razón.

—Así es Pa. La ciudad de Alicante es conocida en toda la galaxia por la plaza de los Luceros, la Explanada y el Tardeo.

—Y el Hércules, que acaba de ascender a primera Federación.

—Así es. No te sabía tan puesto en alicantinismo.

—Uno… Que tiene sus favoritos.

—Pues como te decía, los vecinos se quejan porque la calle Castaños está saturada de visitantes que hacen incómoda la vida, ruidos que les impiden descansar y problemas propios del hiperaflujo de gente. Por otro lado, los dueños y empleados de los bares y restaurantes aborrecen las restricciones, sean cual fueren sus orígenes. Y los visitantes lo único que quieren es que los dejen divertirse y campar a sus anchas.

—Estos problemas existen desde hace mucho tiempo y en muchos sitios se han solucionado a satisfacción de ambas partes. Alicante es una ciudad especial en estos asuntos, ya que no tiene bien resuelta la jerarquía de derechos, porque al derecho a divertirse de las gentes hay que anteponer el de la libre circulación, el derecho al descanso y el derecho al trabajo. Esa jerarquización es clave en las sociedades avanzadas.

—Eso se ve especialmente en las fiestas de las hogueras. La ciudad se paraliza durante una semana y los vecinos que no participan en la fiesta no tienen más que inconvenientes, ruidos y dificultades para su movilidad y su descanso.

—Pero hay una manera de conciliar todos ellos. En otros sitios se ha hecho y Alicante no debería ser una excepción.

—Pues tú dirás. Seguro que los alicantinos están ansiosos por escuchar tus recetas.

—Hombre, JC, tanto como ansiosos, no sé. Pero de que las autoridades deberían tomar cartas en el asunto, no te quepa duda. Porque humanizar la ciudad es una demanda de todos sus habitantes e intentar compaginar el turismo, la diversión y los intereses locales no es tan difícil. Con respecto al tema del Tardeo y el ocio nocturno, Alicante tiene un lugar fantástico donde hay un montón de pubs, restaurantes y discotecas alejados del centro urbano: el puerto. Allí se pueden mantener abiertos los establecimientos las 24 horas del día sin que molesten a nadie. Así se podrían divertir los que tengan interés y descansar los habitantes de la ciudad. El Ayuntamiento ha de mediar en ese cambio y tutelarlo.

—Parece una buena opción, Pa.

—Y con respecto a las hogueras, debería seguirse el mismo plan que han diseñado otras ciudades como Sevilla o Albacete: Establecer un recinto ferial a las afueras de la ciudad, que podría ser en el polígono de las Atalayas, donde se plantarían todas las barracas y habría una flota de autobuses que llevaría a la gente sin coste y sin necesidad de conducir. Allí a nadie se molesta y los barraquers pueden estar las 24 horas del día con su música, sus pasacalles y sus diversiones, sin incomodidades. En Alicante se podría plantar una hoguera por distrito, intentando no entorpecer el paso ni bloquear la ciudad, de esa manera se conciliarían los derechos de los foguerers y del resto de la población alicantina.

—Fantástico Pa. En un momento has resuelto unos problemas que llevan enquistados décadas.

—Se trata solo de tener voluntad, reconocer el problema e intentar buscar una solución sencilla que agrade a todos, o al menos no disguste a nadie.

—Voy a llamar a Luis Barcala a proponérselo, Pa. Porque son ellos los que han de mojarse.

—Pues llama también a los del PSOE, Sumar y Vox. Porque una decisión así exige un acuerdo de todas las fuerzas políticas para evitar su utilización partidista.

—Tienes razón, Pa. ¡A eso voy!