Opinión | ESTO NO ES UN CUADERNO

Dame una cita

«Insegura es la precipitación».

Periandro (siglo VII a.C.),

segundo tirano de Corinto

El alcalde, Pablo Ruz, y el edil Francisco Soler durante el pleno extraordinario por Santa María.

El alcalde, Pablo Ruz, y el edil Francisco Soler durante el pleno extraordinario por Santa María. / ÁXEL ÁLVAREZ

El alcalde popular ilicitano, Pablo Ruz, se queja amargamente (y no le falta razón) de que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible y Duradera, el socialista Óscar Puente, no le recibe. Mira que le ha escrito cartas, pero no hay manera. Quiere el regidor hablar cara a cara, vis a vis e incluso tête-à-tête con quien fuera su homólogo al frente del Ayuntamiento de Valladolid para exponerle varios asuntos urgentes y prioritarios para el municipio, de alcalde a ex alcalde. Pero ni caso.

Al poco de llegar a la Alcaldía, Ruz consiguió que lo recibiera el entonces ministro cultural Miquel Iceta, que le había negado tal encuentro varias veces a su antecesor y correligionario, Carlos González. Aunque de la reunión de Madrid Ruz se trajo la misma negativa ministerial de siempre al traslado de la Dama a Elche (además de una amplia sonrisa del ministro), el regidor regresó a casa pensando que, gracias a su pedigrí de ex senador, unido a sus encantos personales y don de gentes, sería recibido por cualquier ministro nada más solicitar la cita.

Pero en su nuevo intento de abordar a un representante del Gobierno de Pedro Sánchez se ha dado de bruces con la cruda realidad. «Señor ministro, somos el decimonoveno municipio del Estado español, con tres patrimonios de la Humanidad, estación de AVE, aeropuerto, varias autovías y autopistas, y dentro de poco también con E-TramBus, y merecemos una entrevista con usía para tratar asuntos perentorios de sumo interés para ambas partes y conveniencia mutua. D.G.M.A.», vino a escribirle Ruz en una de sus misivas. Pero la vía epistolar no surte efecto alguno. Se ve que la relación de inversiones que le adjuntó el alcalde ha convencido al ministro de que lo mejor es no darse por enterado: restauración de Santa María, pago de expropiaciones de la segunda fase de la Ronda Sur, desdoblamiento de la carretera Elche-Santa Pola, segunda pista del aeropuerto, variante ferroviaria de Torrellano, mejora de Cercanías… Y paró ahí para no asustarlo más, pero tiene más reivindicaciones para Elche que le desvelará cuando ya no tenga escapatoria.

Ya tiene Ruz el respaldo del pleno, reunido en sesión extraordinaria a tal fin, para exigirle al ministerio que apoquine para la restauración exterior de la basílica, con cargo al 2 % que la Administración General del Estado reserva del presupuesto de cada obra pública estatal para financiar trabajos de conservación o regeneración de edificios histórico-patrimoniales. Ruz incluyó inicialmente en su petición solo al ministerio socialista, pero la oposición municipal (PSOE y Compromís) apercibióse de la jugada política y exigió (y logró) que se incluyera también en el lote de presuntos inversores a la Diputación, la Generalitat (ambas gobernadas por el PP solo o en compañía de Vox) y el Obispado (propietario del templo). «No me había dado cuenta», argumentó el alcalde sin ruborizarse. Un lapsus lo tiene cualquiera.

Pero ni con esas ha conseguido el alcalde que el ministro le haga una hueco en su apretada agenda. Incluso se acercó a Alicante, al enterarse de que el mismísimo Puente venía a un acto de este periódico en Casa Mediterráneo. En cuanto lo tuvo cerca, nada más saludarle, Ruz aprovechó para entonarle, en clave de Mi: «Invadido por la ausencia, / me devora la impaciencia, / me pregunto si algún día te veré. / El teléfono es muy frío, / tus llamadas son muy pocas. / Yo sí quiero conocerte y tú no a mí./ Por favor… dame una cita, / vamos al Parque Municipal. / Entra en mi despacho / sin anunciarte. / Abre las puertas del ministerio, / cierra los ojos. / Vamos a reunirnos poquito a poco».

La reacción del ministro, como es habitual en él, no se hizo esperar: «La primera vez pensé: se ha equivocado; / la segunda vez no supe qué decir. / Las demás cartas me daban miedo, / tanto loco que anda suelto… ¡Santa Lucía!». No pudo continuar, porque el alcalde alicantino, Luis Barcala, temiendo que aquello derivara en serenata, se llevó a Puente raudo y veloz a su ayuntamiento, donde sí hubo reunión (se supone que tenían cita previa) y donde hablaron, ahí sí, de las reivindicaciones pendientes en la capital provincial. Tendrá Ruz que aprovechar el nuevo marco de fraternidad y cooperación institucional entre Elche y Alicante para pedirle a Barcala que interceda ante su amigo el ministro a ver si por fin llega la cita.

Sin duda Ruz se estará apercibiendo ya en estos once meses al frente del Gobierno local de que una cosa es predicar y otra dar trigo; una cosa es anunciar proyectos y otra cosa es conseguir que se materialicen. Verbigracia: la famosa venta de humo de diversos colores que tanto criticaba a sus antecesores. Ahí tenemos, como ejemplo palmario y sin ir más lejos, el palacio de congresos que debe construir la Diputación frente al campus. Un proyecto varado en el limbo administrativo, sin que al alcalde se le vea muy insistente en este asunto ni le haya enviado carta alguna (que se sepa) reclamándole una cita a su amigo presidente y homólogo benidormí, Toni Pérez. Mientras, el proyecto congresual de la vecina ciudad va cubriendo etapas y no corta el mar sino vuela cual velero bergantín.

Y es que hay muchas cosas por hacer. Nuevas, de este Gobierno bipartito, y viejas, del antecesor. Se le amontona la faena a Ruz, que sin duda evocará en más de una ocasión aquella sentencia de Joker (Jack Nicholson) en Batman: «¡He de hacer tanto en tan poco tiempo!». Y encima, tiene que enfrentarse a asuntos sobrevenidos, como la caída de cascotes de Santa María. Ponte ahora a crear una fundación, con lo que cuesta, y, lo que es más difícil, nútrela de fondos públicos y privados para acometer las obras. Por eso necesita hablar con Puente como el comer. Ánimo.

En cualquier caso, Ruz no debe temer dejar incumplido alguno de sus compromisos de gobierno. Su socia y portavox, Aurora Rodil, ha hecho cuentas con la calculadora científica (además de un ábaco, por si fallaba la tecnología), y ha llegado a la conclusión de que el bipartito que encabezan ha cumplido ya el 90 % de los compromisos del Pacto de Valverde, el primer acuerdo municipal rubricado en España entre PP y Vox, frente a la ermita de la pedanía y bajo la protección de santa Ana. Es decir, echando mano de una sencilla regla de tres se desprende que de aquí a las fiestas de agosto habrán completado ya todo el programa, incluida la escalera mecánica en el barrio Porfirio Pascual (aunque erradicar el adoctrinamiento de las aulas quizás quede para septiembre, por las vacaciones).

Los escépticos, que siempre los hay, pueden consultar el documento del pacto en internet y sacar sus propias conclusiones, incluso ayudándose de fórmulas algebraicas y nomogramas, pero de momento ahí está el dato que Rodil dio en Teleelx. Esos mismos descreídos también encontrarán online las declaraciones que hizo en aquel momento un eufórico Ruz (aunque no se incluyó en el articulado, curiosamente) de que tanto PP como Vox descartaban que la reorganización del Ayuntamiento que iban a realizar fuera a suponer algún coste extra para las arcas municipales. Aseguraba el líder popular tras la firma del pacto que «mientras yo sea alcalde de Elche no se subirán ni un solo céntimo los sueldos en estos próximos cuatro años». Todavía no está claro si ese compromiso entra en el 90 % ya cumplido o en el 10 % restante. Indagaremos.

Ante esta tesitura la cuestión es: ¿qué hará el bipartito cuando, en unos meses, haya cumplido el 100 % del pacto de gobierno? ¿Se sumirá a partir de entonces el Gobierno local en la confusión, sin rumbo ni objetivo político en el horizonte? ¿Copiarán propuestas de los programas electorales de otros partidos para llenar los tres largos años que quedarán de mandato? ¿Habrá otro pacto, digamos, de Torrellano para infundir nuevos propósitos de gestión y evitar que los concejales sucumban a la desgana y la abulia ante la falta de alicientes laborales? Contenemos la respiración y nos encomendamos a san Pascual Bailón.