Del arte político y la tauromaquia

"El Juli", Roca Rey y Tomás Rufo

"El Juli", Roca Rey y Tomás Rufo / Héctor Fuentes

Luis Andrés Muñiz García

Jugar con el lenguaje tiene estas cosas. No hay que confundir las tareas de investidura con las faenas de embestidura. El toreo tiene mucho de geometría y la gobernabilidad de aritmética parlamentaria. Pero lo que hace grande al arte de Cúchares es lo mismo que agranda el arte de la política, el arte y la ciencia de asegurar la gobernabilidad: el trabajo del torero, su muñeca, su sabiduría, mucho más importante que la bravura del toro y sus acometidas, sus derrotes, sus pitones, su hierro o divisa o, en fin, su falta de nobleza.

Cuadrar las cuentas parlamentarias, para lograr la investidura, en momentos como este, consiste en que el torero pare, mande y temple. Lo contrario es ponerse en manos del toro y eso, amigas y amigos, eso es ganarse, posiblemente, una buena embestida, algo que, una buena afición, evidentemente, no desea.