Los cuadros compulsivos de Berlusconi

Silvio Berlusconi.

Silvio Berlusconi.

Moisés Aparici Pastor

Moisés Aparici Pastor

En mi recuerdo siempre observé a Silvio Berlusconi como un viejo suntuoso, alguien que me recordaba la rancia mafia italiana, capo de película, alguien de otro siglo con pensamientos tumultuosos. Oírle hablar no me interesaba nada, pues fuera del Bunga, Bunga, sus palabras alcanzaban valor cavernoso y profundo de alguien un tanto remilgado y tieso, pese a su populismo barato y en ocasiones múltiples, machista redomado. Lo que desconocía de él, era ese ánimo desatado que ahora desvela su familia, quien se plantea destruir los 25.000 cuadros, sí, han oído bien, 25.000 cuadros que compró compulsivamente el exmandatario en sus noches de insomnio.

Este pintoresco y celebérrimo personaje, se habría gastado 20 millones de euros en esas compras compulsivas. La mayor parte de los cuadros no son de gran valor artístico ni económico y el alquiler del hangar donde están expuestos en 4.500 m2, frente a la mansión de la familia Berlusconi en Arcore, cuesta unos 800.000 euros al año. Esta cantidad pictórica fue adquirida compulsivamente por Belusconi en programas televisivos de teletienda o a marchantes. Pinturas religiosas, paisajes parisinos, de Nápoles o Venecia y retratos. No sé qué pasará al final con estos cuadros, pero es un claro ejemplo de lo que es tener mucho dinero, insomnio y compulsiva necesidad de compra frenética. Tampoco olvidemos las ínfulas de grandeza de este hombre por convertirse en sus últimos años en el mayor coleccionista de Italia. 

Ningún hijo o heredero se quiere hacer cargo de esta colección ataca por la maldita carcoma. Tampoco se han librado de algún incendio, y se cree que, de todos esos miles de cuadros, seis o siete son interesantes. Bueno, la familia está en una encrucijada, y no quieren hacerse cargo de ellos.