Salvemos Lo Morant

David Revert

No deja de llamar la atención que en plena campaña de concienciación ecológica, Alicante esté quedando huérfana de la escasa presencia de naturaleza en algunas de sus zonas como son la calle Antonio Martín Trenco, en el barrio de San Blas, o la impracticable, por no decir arrasada, avenida Maestro Alonso, en Carolinas Altas, donde el pasado mes de julio se realizó una indiscriminada tala de árboles para dotar a la ciudad de "corredores verdes" según el señor Luis Barcala, alcalde de la ciudad.

Sin embargo, más ilustrativo de este 'Mundo feliz' es el estado en el que se halla el mayor pulmón de la ciudad: el parque Lo Morant.

Inaugurado en 1987, y con una extensión aproximada de doce hectáreas, el vasto jardín urbano, que es núcleo de centenares de usuarios diarios, fue sufriendo un proceso de deterioro que alcanza su auge a día de hoy, cuando múltiples arbustos han sido talados sin razón aparente y un sinnúmero tórtolas turcas y palomas comunes fueron envenenadas recientemente; cuando el amplio estanque, otrora lecho de ranas y peces exóticos, enferma de una halitósis que congrega sobre sí densas nubes de nocivos mosquitos; cuando las fuentes dejaron de surtir agua y los baños permanecen clausurados, propiciando que el ciudadano haga de su necesidad un riesgo para la salud pública y del lugar un improvisado váter que pone en peligro su flora y su fauna; cuando la habitual falta de iluminación impide recorrer sus rincones con tranquilidad, y las zanjas cavadas por los operarios de diferentes empresas constructoras, que, por cierto, jamás efectuaron la prometida y esperenzadora remodelación, sirven de trampa a quien no mira por donde pisa; cuando los bancos, mesas, papeleras, paneles informativos y hasta las tapaderas de las llaves de paso han sido arrancados o, en el mejor de los casos, ensuciados o golpeados; y cuando las ganas de seguir aumentando este inventario de la vergüenza se paralizan por la rabia y el dolor que genera la indolente deseducación y la miserable indiferencia.

De manera que por las diversas formas de vida que habitan el parque, entre las que se encuentran ardillas, olivos, gatos, pinos, hormigas, palmeras o erizos, y por los que acudimos con mayor o menor frecuencia a visitarlo como deportistas, paseantes, jubilados, amantes de la naturaleza y los buscan un refugio al caos del hormigón o, sencillamente, quieren reunirse junto a sus amigos o familiares en un entorno agradable, recuperemos Lo Morant de las manos de la irrespetuosidad ciudadana y la dejadez administrativa para poder volver a disfrutar del parque que un día tuvimos.

Salvemos Lo Morant.