Su ascenso en Ferraz y su posición de privilegio en la nueva «mesa camilla» encabezada por Pedro Sánchez que tomará las decisiones en el PSOE empujaron a Ximo Puig a intentar frenar la erosión de los socialistas valencianos con una paz electoral que llegara, al menos, hasta los comicios municipales y autonómicos de 2015. En un congreso socialista como el que arrancó ayer en Madrid con todo el pescado casi vendido y poco contenido político, el encuentro de los notables del PSPV le servía a Puig para intentar ofrecer imagen de unidad y poner sobre la mesa gestos de distensión interna con un único objetivo: llegar a esa cita en las mejores condiciones para afrontar unos comicios en los que el PSPV tiene opciones de volver al Consell después de dos décadas en la oposición. Pero los movimientos de Ximo Puig toparon con la enorme bronca latente en Alicante. «Me siento liberado del respaldo a Ximo Puig. Ha elegido apoyarse en Ángel Franco: ganar asambleas y perder elecciones», declaró David Cerdán, secretario provincial del PSPV, después de conocer el reparto de los puestos que correspondían a los socialistas valencianos en el comité federal.

Durante una cena con los responsables provinciales celebrada el viernes por la noche -horas antes de arrancar el cónclave- y como parte de ese gesto de integración, el líder del PSPV -sin sillones para repartir en la ejecutiva al limitarse la cuota valenciana a dos personas- ofreció a las barones provinciales -José Luis Ábalos, Francesc Colomer y David Cerdán- un puesto en la lista al comité federal en la que también estarían, por jerarquía y como es tradición, Joan Lerma y Ciprià Císcar. Ayer, sin embargo y cuando se abrió el periodo para la presentación de candidaturas, Ximo Puig propuso por la provincia los nombres de Gabriel Echávarri, secretario del PSPV-PSOE en Alicante; y de Toñi Serna, responsable de Organización con David Cerdán, para formar parte del comité federal. Uno por cada bando. Con José Luis Ábalos de Valencia sí respetó el acuerdo. Pero Cerdán, apoyo de Madina en primarias, lo entendió como un veto directo del exsenador Ángel Franco, que controla con sus votos la agrupación de Alicante, y montó en colera a última hora lo que convirtió un congreso, inicialmente, de «guante blanco» en otra evidencia de la debilidad del PSPV.

«Aquí hay una apuesta clara de Valencia contra Alicante. No hay nadie de la provincia en la ejecutiva», apuntó para verbalizar las quejas sobre la ausencia de alicantinos de la cúpula de Ferraz por vez primera desde hace seis años. «Desde luego, Ximo Puig -reiteró- no ha entendido lo que es la integración. Hoy ha dado un golpe certero a la unidad del PSPV», apuntó el secretario general de los socialistas en la provincia que, además, se lamentó de que se haya producido «un veto a David Cerdán sólo por el hecho de que apoyé a Eduardo Madina». «El proyecto de Ximo Puig, desde luego, ya nada tiene que ver que con Alicante. Trabajaré en los pueblos y en las ciudades de la provincia pero me siento liberado en el respaldo que yo tenía con Puig. Ha elegido la vieja escuela de Ángel Franco: ganar asambleas y congresos pero veinte años de derrotas electorales. En estos momentos, no me siento representado con un proyecto que no quiere vertebrar la Comunidad y en el que David Cerdán y la ejecutiva provincial molestan. Puig elige a Ángel Franco», se lamentó antes de asegurar que se sentía «engañado». «Nos dijo una cosa y luego no se ha cumplido por los vetos -subrayó señalando a la presión que Cerdán atribuye a Franco y que éste niega- y, desde luego, me gusta que se me respete y que no se rían de mi».

Y todo eso después de que Ximo Puig, aprovechando su nuevo cargo en Ferraz, se hubiera puesto manos a la obra para intentar salir del cónclave con una paz electoral, al menos, hasta 2015. Sentado este fin de semana junto a la todopoderosa Susana Díaz en la mesa presidencial del cónclave y a partir de ahora en un sillón cerca de Pedro Sánchez en la ejecutiva federal del PSOE que le facilitó durante la jornada de inauguración del congreso socialista una atención mediática inédita en citas anteriores cuando los socialistas valencianos pasaban sin pena ni gloria, Ximo Puig quería un pacto de pacificación para afrontar una larga campaña electoral. Ese fue, además, el mensaje que la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, convertida «de facto» en el nuevo tótem socialista y la más aplaudida de largo por los 1.000 delegados y 2.000 invitados, lanzó durante su discurso: unidad y paz interna para convocar a los militantes a la batalla de las elecciones municipales y autonómicas de 2015.

Toda la estrategia de Puig -en una evidente sintonía personal con Díaz- caminaba en esa dirección. Una correlación de gestos para intentar limar asperezas, especialmente, con la dirección de Alicante, cuyo secretario general, David Cerdán, se había alineado con Eduardo Madina. La consulta interna para elegir secretario general en el PSOE, como las primarias autonómicas, dejó heridas abiertas en del socialismo valenciano. En la Comunidad, de hecho, la distancia entre Pedro Sánchez y Eduardo Madina fue mucho menor -apenas cuatro puntos- que en las otras grandes federaciones socialistas con lo que el PSPV volvió a salir dividido una vez más de un proceso interno. Ximo Puig quería ofrecer imagen de unidad ahora que, como se encargan sus fieles de repetir, el socialismo valenciano «pinta» algo en Ferraz.

Intentó aparentar paz casi a cada minuto de un cónclave de imágenes. Tras la inauguración del congreso y antes de comer, el líder del PSPV tuvo el gesto de citar a los 90 delegados valencianos para una fotografía de familia, algo impensable en convocatorias anteriores. En la foto estaba el propio Puig, su rival en las primarias Toni Gaspar o el propio Cerdán. Por la tarde, Puig los volvió a reunir a todos para insistir en la importancia de las elecciones de 2015. Y aún anoche, la dirección del PSPV convocó a todos sus cargos desplazados hasta Madrid para una cena informal de «buffet» con la que dar imagen de cohesión al resto de federaciones. Hace dos años y medio en Sevilla todo fue por separado. Para la hora en la que el líder de los socialistas valencianos bajó a cenar después de dialogar, de nuevo, durante unos minutos con Pedro Sánchez, sin embargo, ya todo el castillo que había montado voló por los aires.

Ahora está por ver lo que ocurre. Quedan muchas piedras en el camino: deben convocarse las primarias locales en aquellos municipios en los que los socialistas no gobiernan, incluyendo ciudades como Alicante y Elche; tiene que negociarse la composición de las listas autonómicas y ver el papel, es cierto que cada vez menor, del grupo de Francesc Romeu. Ahora, Ximo Puig tendrá también la autoridad de Ferraz. Pero el PSPV es diferente. Su reino sigue muy lejos de este mundo.